En el evangelio según San Juan encontramos a Jesús hablando de los frutos que debemos dar mientras estamos en sus caminos. Por eso es bueno que al momento de leer la biblia prestemos mucha atención, porque así podremos entender bien lo que Él nos trata de enseñar.
La Palabra de Dios no está escrita por casualidad ni para ser leída a la ligera, sino para que meditemos en ella y aprendamos cómo vivir conforme a la voluntad del Señor. Jesús nos presenta ejemplos sencillos, como la vid y los frutos, para que podamos comprender con claridad cuál es nuestra responsabilidad como creyentes. Así como un árbol es reconocido por sus frutos, de la misma manera el cristiano es reconocido por sus acciones, palabras y estilo de vida.
Jesús dice que Él es la vid verdadera y que si estamos en sus caminos, debemos de dar buenos frutos.
Es por eso que debemos estar siempre pidiendo a Dios que su misericordia nos acompañe y nos fortalezca cada día, ya que con nuestras propias fuerzas no podremos.
Sin la ayuda del Señor es imposible llevar fruto verdadero. Podemos intentar vivir una vida correcta con nuestras propias fuerzas, pero pronto nos daremos cuenta de que necesitamos la gracia de Dios. Por eso la oración, la lectura de la Palabra y la comunión con el Espíritu Santo son indispensables para que nuestro corazón sea renovado y nuestras obras sean genuinas delante de Dios.
Si tenemos fuerzas y sabiduría de parte de Dios, entonces podremos trabajar para dar frutos en los caminos de nuestro Señor Jesús.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto,
lo quitará; y todo aquel que lleva fruto,
lo limpiará, para que lleve más fruto.Juan 15:2
Si plantas un árbol y esperas fruto de él, y al esperar pasar el tiempo indicado para que ese árbol ya haya dado su fruto, no da frutos, entonces dicho árbol es cortado. Esto pasa con aquellas personas que Dios llama para que den frutos y se quedan estancados, entonces estas personas pierden todo debido a que no dieron ningún tipo de fruto estando en los caminos de Dios.
Este ejemplo nos debe llevar a reflexionar profundamente. Dios espera de nosotros una vida activa en el servicio, en la obediencia y en la fe. No basta con asistir a una iglesia o identificarse como cristiano, sino que es necesario demostrar con hechos que Cristo vive en nuestro interior. Al igual que el árbol frutal debe pasar por procesos de poda para producir más y mejores frutos, así también Dios permite que pasemos por procesos difíciles que nos purifican y nos acercan más a Él.
Como siervos de Cristo es nuestro compromiso dar frutos de arrepentimiento y frutos de predicar su santa Palabra, para que otros puedan escuchar de Dios.
Un fruto indispensable es el de la evangelización. Cuando compartimos con otros lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, estamos extendiendo el Reino de los cielos. Pero también están los frutos del carácter: la paciencia, el gozo, la paz, la bondad y la mansedumbre, tal como lo enseña Gálatas 5:22. Estos frutos son señales visibles de que Cristo nos ha transformado y que nuestro corazón ya no es el mismo de antes.
En conclusión, Jesús como la vid verdadera nos recuerda que separados de Él nada podemos hacer. Somos llamados a permanecer unidos a Cristo, recibiendo su vida, para que nuestros frutos sean duraderos y de bendición. Que cada día podamos examinarnos y pedir al Espíritu Santo que nos ayude a ser árboles buenos que producen frutos abundantes para gloria de Dios.