En la vida cristiana es normal atravesar momentos de dificultad, tiempos donde pareciera que todo se pone en nuestra contra, pero aun en medio de la oscuridad siempre podemos confiar en que Dios sigue teniendo el control. La Biblia nos recuerda que el mundo está marcado por la desobediencia del hombre, y que eso trae consecuencias negativas, sin embargo, también nos enseña que aquellos que permanecen en la fe hallarán la fortaleza para resistir.
Estos últimos tiempos están muy difíciles, muchas cosas se dificultan, muchos buscan la forma de hacerle daño a su prójimo, pero sabemos que todas estas cosas son provocadas por la misma desobediencia de la humanidad.
Pero nada detiene a los que guardan la palabra santa de Dios, que andan bajo el camino correcto y que tienen por hecho lo de mantener su fe en el Señor, porque solo Dios nos puede ayudar a resistir las pruebas que vienen a nosotros.
Nadie con sus propias fuerzas puede lograr nada, sino que por amor y misericordia de Dios hacia nosotros lo logramos, porque los ojos de Dios están sobre sus hijos, Él les ayuda en todo momento.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación;
porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida,
que Dios ha prometido a los que le aman.
Santiago 1:12
Solo en las manos del Señor podemos avanzar y seguir hacia a delante sin temor a nada, porque Él conoce nuestros caminos, Él es que nos guía, no nos deja caer en el resbaladero, es el río que corre por todo mi interior, es el pan de vida que nos sustenta, Él es la luz en medio de la oscuridad, que nos ayuda a pasar todas las barreras que estén a nuestro frente, nos da la victoria en tiempos de guerra, cuando no tenemos fuerzas nos da las manos y nos levanta, y todo esto es porque él es nuestro buen pastor.
Es bueno que sigamos en pie de batalla creyendo en Dios Todopoderoso, no nos detengamos en medio las pruebas y de las aflicciones, sino que soportemos porque un día llegará nuestra recompensa. Lo que Dios nos prometió lo cumplirá, porque así lo dice su Palabra, creamos y sigamos caminando con nuestras frentes en alto.
Cuando leemos las Escrituras, vemos que hombres y mujeres de Dios atravesaron por grandes tribulaciones. Job, por ejemplo, lo perdió todo, pero su fe fue probada y al final Dios lo bendijo en gran manera. Esto nos enseña que las pruebas no son para destruirnos, sino para formar en nosotros un carácter firme y una confianza inquebrantable en el Señor.
El apóstol Pablo también escribió sobre las dificultades que enfrentó, desde cárceles hasta persecuciones, y aun así declaró que nada lo podía separar del amor de Dios. Esto nos anima a seguir adelante, porque aunque se levanten vientos contrarios, la presencia de Dios es la que nos sostiene y nos da paz en medio de las tormentas.
Cada prueba trae consigo una enseñanza. A veces nos quejamos de lo que pasamos, pero más adelante nos damos cuenta de que esa situación nos acercó más al Señor. Aprendemos a depender menos de nuestras fuerzas y más de su poder. Aprendemos que la oración, la lectura de la Palabra y la comunión con Dios son la clave para resistir cualquier ataque.
Es importante recordar que la recompensa final no está en esta tierra, sino en la eternidad con Cristo. La Biblia dice que recibiremos la corona de vida, y esa promesa debe ser suficiente motivación para mantenernos firmes. Cada lágrima, cada sacrificio y cada batalla enfrentada en el nombre de Jesús tendrá un galardón eterno.
Por eso, hermano y hermana en la fe, no te desanimes si estás pasando por un momento difícil. Aférrate a las promesas del Señor, recuerda que Él es tu buen pastor y que nunca te dejará ni te desamparará. Cree que su amor y misericordia son más grandes que cualquier obstáculo. Tu vida está en sus manos, y en su tiempo perfecto verás la victoria que ya Él preparó para ti.
Conclusión: Los tiempos son difíciles, pero nuestro Dios es más grande que cualquier prueba. Sigamos confiando en Él, porque su Palabra nos asegura que somos más que vencedores en Cristo Jesús. La fidelidad de Dios es eterna y sus promesas son seguras; mantengamos la fe hasta el final y recibiremos la corona de vida que Él ha prometido.