Sara, quien era esposa de Abraham, recibió un milagro de parte de Dios, aún cuando ella pensó que no podía tener hijos, por su edad.
Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo:
¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi Señor ya viejo?
Génesis 18:12
Esta historia es impactante, cuando escuchamos decir que Sara se rió después de haber escuchado al varón de Dios decir que ella tendría un hijo.
En ese momento Sara no creía lo que estaba escuchando de parte de Jehová. Sorprendida pensó: «yo ya siendo anciana, cómo podré tener un hijo, si mi esposo está viejo también y ya no tiene fuerzas.»
Aquí podemos ver que el Señor le dice a Sara, que para Él nada era imposible, que Él hace todo a su tiempo. Pero más adelante veremos cómo el Señor habla.
13 Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
14 ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.
15 Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.
Génesis 18:13-15
A veces llegan momentos difíciles en los cuales la duda llega a nuestras vidas. Sara, mujer de Dios, cuando escuchó estas palabras dijo haber tenido miedo al escuchar que habría de tener un hijo, en un momento prácticamente imposible para los humanos.
La fe es algo que muchas veces nos hace falta en momento difíciles, así como ocurrió con Sara. Pero es bueno que aunque vengan estos momentos estemos preparados para resistir toda prueba y creer en el Señor. Y creer en Él todo el tiempo.
Cuando leemos esta historia, hasta podríamos pensar que Sara se burlaba de lo que Jehová le estaba diciendo a Abraham. Pero no fue así, sino que Sara se reía de lo que acababa de escuchar, y hasta la duda la visitó.
La Palabra dice que Sara tuvo miedo. Pero cuando llegó el tiempo de estar encinta, Sara creyó, y el Señor le dio fuerzas para que pudiese concebir su hijo llamado Isaac.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir;
y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
Hebreos 11:11
La enseñanza de esta historia no se limita a Sara, sino que nos habla a todos nosotros. Muchas veces creemos que nuestros problemas, edad, circunstancias o limitaciones son excusa suficiente para pensar que ya no hay esperanza. Sin embargo, Dios siempre obra a su tiempo y nos muestra que para Él no hay nada imposible.
Es interesante notar que Sara no solo recibió la noticia de manera incrédula, sino que también intentó negarlo cuando fue confrontada. Esto nos recuerda que, como seres humanos, a veces nos cuesta aceptar que la bendición de Dios es real. La duda puede nublar nuestra fe, pero el Señor es fiel incluso cuando nosotros fallamos en creer. Él mantiene sus promesas aunque nosotros tengamos debilidades.
La Biblia está llena de ejemplos de personas que dudaron en un principio pero luego vieron cumplida la palabra de Dios. Moisés pensó que no podía hablar bien, Gedeón se consideró el más débil de su familia, y Zacarías no creyó en la promesa del nacimiento de Juan el Bautista. En todos estos casos, Dios mostró que su poder no depende de la fuerza humana, sino de su voluntad y fidelidad.
En nuestro tiempo, muchos cristianos esperan respuestas en distintas áreas: salud, economía, familia o ministerio. Quizás hay promesas que parecen lejanas o imposibles, pero la historia de Sara nos enseña que debemos esperar en el tiempo perfecto de Dios. Él no se adelanta ni se atrasa, siempre llega en el momento indicado.
También podemos reflexionar en la importancia de no subestimar lo que Dios puede hacer en nuestras vidas. Sara tenía casi 90 años cuando dio a luz a Isaac. Humanamente era imposible, pero el milagro ocurrió porque Dios lo había prometido. De la misma manera, cuando pensamos que algo ya no tiene solución, debemos recordar que Dios tiene la última palabra.
Esperar en el Señor implica fe, paciencia y confianza. La risa de Sara al inicio fue de incredulidad, pero al final fue una risa de gozo. Así ocurre en nuestras vidas: lo que hoy nos parece imposible, mañana puede ser motivo de alegría cuando Dios obra a nuestro favor.
Finalmente, esta historia nos inspira a mantenernos firmes en la fe. No importa cuán grande sea la promesa o cuán imposible parezca la situación. Si Dios lo dijo, Él lo hará. Tal como lo afirma el libro de Hebreos, Sara creyó y recibió fuerzas para concebir porque entendió que Aquel que prometió era fiel. Y esa es la clave: creer en la fidelidad de Dios.
Y para concluir, es bueno esperar cuando el Señor nos promete. Porque así como hizo con Sara también puede hacer con nosotros si creemos, porque Él es Jehová, bueno, poderoso y justo, alguien que cuando dice «voy a hacer», hace y cumple por encima de todos los obstáculos que quieran levantarse en contra de nosotros. Cree y Él hará, confía, y Él llegará al tiempo que corresponde. Así como hizo con Sara.