Para todos aquellos que les gusta leer la Palabra de Dios, que les gusta aprender de ella, para poder encontrar respuestas de sabiduría y para conocer más, éstas son de gran sabiduría y más cuando la persona que cumple los mandamientos del Señor, que día a día los practica.
Todos en el Señor debemos ser entendidos, actuando con gran sabiduría en el Señor, teniendo así un buen entendimiento, para que de esta forma podamos practicar Sus mandamientos santos, mediante los cuales podemos aprender más de nuestro Señor.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre.
Salmos 111:10
Todos debemos saber que la sabiduría no proviene de nosotros mismos, sino de nuestro Padre celestial, muchos se dicen no necesitar sabiduría de los cielos y luego por haber actuado en su propia sabiduría fracasan.
Pero el punto más importante aquí es que todos los que practican Sus mandamientos son sabios, porque los mandamientos de nuestro Dios nos traen cosas buenas, nos emiten un sinnúmero de palabras verdaderas, ya que estos fueron creados por nuestro Dios.
Así que, todos sigamos siendo sabios en el Señor, que nuestro temor no se aparte de Él, que podamos seguir practicando Sus mandamientos, con sabiduría de lo alto la cual viene de nuestro Dios, y así Su esencia y Su gracia permanezcan en nosotros, porque Él es, el principio de toda sabiduría.
Cuando el salmista declara que el principio de la sabiduría es el temor a Jehová, nos recuerda que no se trata de un temor de miedo, sino de reverencia, respeto y obediencia. Temor es reconocer que Dios es el Creador, el Señor soberano de todas las cosas y que, al caminar bajo Su voluntad, encontramos dirección y protección. El que honra al Señor, aunque no posea títulos académicos o riquezas terrenales, posee una sabiduría superior que trasciende lo humano.
Podemos ver ejemplos bíblicos claros. El rey Salomón, considerado el hombre más sabio de su tiempo, pidió a Dios sabiduría y no riquezas, y el Señor le concedió ambas. Esto nos enseña que la verdadera sabiduría viene de lo alto, no de libros humanos o estrategias personales, sino de buscar el rostro de Dios y permitir que Él guíe cada paso de nuestras vidas.
De igual manera, Job, en medio de sus pruebas, reconocía que el consejo de Dios era más alto que cualquier razonamiento humano. Cuando buscamos nuestra propia prudencia, tropezamos y fallamos, pero cuando confiamos en la Palabra del Señor, encontramos caminos rectos. La sabiduría humana es limitada, pero la divina es eterna, segura y perfecta.
Hoy en día, en un mundo lleno de información y conocimiento, muchas personas confunden el saber con la sabiduría. Se puede tener muchos datos, pero carecer de entendimiento. La diferencia está en aplicar lo aprendido bajo la guía de Dios. La sabiduría divina nos permite discernir entre lo bueno y lo malo, tomar decisiones correctas, criar a nuestros hijos en disciplina y amor, administrar nuestros recursos con justicia y actuar en todo con rectitud.
Además, la práctica de los mandamientos de Dios nos hace sabios en la vida cotidiana. Cuando amamos al prójimo, evitamos conflictos; cuando somos justos en el trabajo, recibimos respeto; cuando hablamos con verdad, sembramos confianza; y cuando perdonamos, demostramos la misma misericordia que recibimos de nuestro Padre celestial. Cada mandamiento aplicado es un paso hacia una vida más plena y en paz.
Por eso, querido lector, no dejes de buscar la sabiduría de lo alto. La Biblia es una fuente inagotable de consejos, principios y enseñanzas prácticas. Lee cada día, medita en las Escrituras, ora pidiendo entendimiento, y verás cómo Dios transforma tu manera de pensar y actuar. El conocimiento humano puede ayudarte a resolver un problema momentáneo, pero la sabiduría de Dios te guía hacia la vida eterna.
Concluyamos recordando que la verdadera sabiduría no es acumular palabras, sino vivirlas. Practiquemos los mandamientos, temamos a Dios con reverencia y agradezcamos cada día Su dirección. Así seremos entendidos, prudentes y gozaremos de la paz que solo el Señor puede dar. El sabio no es el que más sabe, sino el que más obedece al Dios de los cielos.