Su gloria cubrió los cielos

El libro de Habacuc tiene muchas quejas de parte del profeta y de la situación en la que se encontraba el pueblo de Israel, y estas palabras que veremos a continuación son muy conocidas, incluso, hasta hay una canción que pronuncia estos versículos. Habacuc se encontraba en un tiempo de profunda incertidumbre, viendo cómo la injusticia y la violencia crecían alrededor de él. En su desesperación levantaba preguntas sinceras a Dios, y aunque parecía no obtener respuestas inmediatas, finalmente recibió una revelación gloriosa: la grandeza y el poder de Dios trascienden cualquier circunstancia.

3 Dios vendrá de Temán,
Y el Santo desde el monte de Parán. Selah
Su gloria cubrió los cielos,
Y la tierra se llenó de su alabanza.

4 Y el resplandor fue como la luz;
Rayos brillantes salían de su mano,
Y allí estaba escondido su poder.

Habacuc 3:3-4

Este capítulo es parecido a los salmos. Habacuc, en medio de sus oraciones, quejas y dolor por la situación de su nación, también pudo ver la soberanía y majestad de Dios, la cual se refleja en estas palabras. Es un recordatorio de que la verdadera adoración no nace en momentos de comodidad, sino en medio de las pruebas, cuando decidimos levantar la mirada al Creador y confiar en su grandeza.

La gloria de Dios es infinita, y es tan inmensa que cubre los cielos y toda esa gloria ha llenado nuestra tierra de su alabanza. El profeta describe un panorama impresionante: la tierra entera reconociendo la majestad de Dios. Cuando entendemos esta verdad, nuestro corazón no puede quedarse callado; debemos alabar y exaltar el nombre de Dios, porque Él ha hecho maravillas en nuestras vidas. Al igual que Habacuc, nosotros podemos transformar la queja en adoración, porque al contemplar la grandeza de Dios, nuestros problemas se empequeñecen.

El resplandor de Dios fue como la luz, y rayos brillantes salían de su mano. Esta imagen revela que el poder de Dios no está oculto para siempre, sino que se manifiesta en la creación, en la historia y en la vida de quienes le buscan. La luz representa vida, dirección y esperanza; así también, cuando nos acercamos a Dios, su resplandor ilumina nuestras tinieblas y nos guía en medio de la confusión.

Simplemente Habacuc estaba viviendo otro gran avivamiento mientras oraba por uno. Aunque su nación estaba en decadencia y la justicia parecía ausente, él tuvo una visión clara de la majestad de Dios. Esto nos enseña que los tiempos de crisis pueden convertirse en tiempos de renovación espiritual si buscamos a Dios de todo corazón. Las oraciones que nacen en medio del dolor suelen ser las más sinceras y profundas, y a menudo conducen a un encuentro más íntimo con el Señor.

Estas palabras de Habacuc también nos recuerdan que la adoración no depende de nuestras emociones o de lo que tengamos en el presente, sino de la naturaleza eterna de Dios. Él sigue siendo soberano, justo y poderoso, aunque nuestras circunstancias sean adversas. Por eso, podemos alabarlo incluso en medio de la escasez, del sufrimiento o de la incertidumbre. Esta es la fe madura: aquella que mira más allá de lo visible y se sostiene en la promesa del Dios eterno.

Cuando la Biblia dice que la tierra se llenó de su alabanza, nos invita a reconocer que el propósito final de toda la creación es glorificar a Dios. Cada amanecer, cada estrella en el firmamento, cada criatura que respira es un testimonio vivo de su grandeza. El creyente, al unirse a esta sinfonía cósmica de adoración, experimenta un gozo incomparable, porque descubre que su vida tiene sentido en la medida en que refleja la gloria de su Creador.

Oh amados hermanos, alabemos a Dios nuestro Señor por Sus maravillas y poderío, Él es grande y Su misericordia es para siempre. Así como Habacuc pasó de la queja a la adoración, nosotros también podemos elegir adorar a Dios en todo tiempo. La alabanza no cambia nuestras circunstancias de inmediato, pero cambia nuestro corazón y nos da fuerzas para seguir adelante. Cuando proclamamos la grandeza de Dios, recordamos que su poder está activo, que su luz nunca se apaga y que su gloria cubre todo el universo. Esa es la esperanza que nos sostiene y la razón por la que debemos alabar sin cesar al Señor de la gloria.

Dios nos guarda de nuestros enemigos
Acción de gracias por la justicia de Dios