El salmo 90 es una poderosa oración hacia Dios, pero también momento de agradecimiento por la obra poderosa de Dios para con el pueblo de Israel, que de generación en generación Dios continuaba salvando al pueblo de Israel con Su mano fuerte.
Moisés, hombre escogido por Dios, para poder sacar y dirigir al pueblo de Israel de aquel lugar donde fueron esclavos por mucho tiempo, pidió a Dios que siga teniendo misericordia.
Ante todo este hombre pide que a Dios que le saciara de misericordia, ¿por qué? Porque siempre habían fallas delante de Dios por parte de un pueblo que no entendía lo que Dios estaba haciendo con ellos y las obras poderosas que Él estaba haciendo.
13 Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.
14 De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal.
Salmos 90:13-15
Humillado ante Dios, pedía que se volviera hacia ellos, que mirara hacia donde ellos estaban, que los llenara de misericordia, que cada mañana Su misericordia los pudiera acompañar.
Y decía que con alabanzas y cánticos exaltarían al Señor, se gozarán porque el Señor les ha dado de Su infinita misericordia, porque habían momentos que Dios dejaba que el pueblo caminara por camino extraño para que ellos aprendieran que sin su Dios no podían caminar solos por todo el desierto.
Este salmo, atribuido a Moisés, nos recuerda que el ser humano es frágil y que nuestra vida es breve en comparación con la eternidad de Dios. Por eso, cada súplica aquí expresada tiene un valor profundo: reconocer que necesitamos de la misericordia de Dios cada día. Moisés, como líder, sabía bien las limitaciones del pueblo y también su propia humanidad, por eso buscaba que la gracia divina fuera renovada en cada amanecer.
Cuando leemos estas palabras, encontramos una enseñanza poderosa para nuestra vida diaria. Muchas veces actuamos como Israel, olvidando lo que Dios ha hecho, menospreciando Su mano poderosa y caminando en direcciones equivocadas. Sin embargo, así como el pueblo clamaba por misericordia, nosotros también tenemos la oportunidad de volver a Dios y pedirle que renueve Su bondad sobre nosotros cada mañana.
El versículo 14 es especialmente significativo: “De mañana sácianos de tu misericordia”. Esta petición nos muestra la necesidad de empezar cada día bajo la gracia de Dios. No basta con recordar Su bondad del pasado, necesitamos diariamente ser alimentados espiritualmente, así como el maná descendía en el desierto. Solo así el corazón encuentra gozo y el alma halla paz.
Además, Moisés pide alegría proporcional al tiempo de aflicción. Esto refleja la esperanza en un Dios justo que no solo disciplina, sino que también recompensa y restaura. El sufrimiento no es eterno, pero la misericordia de Dios sí lo es. Cada lágrima puede convertirse en un cántico de alabanza cuando permitimos que la gracia divina obre en nuestras vidas.
En nuestra realidad actual, estos versículos siguen siendo relevantes. Vivimos rodeados de incertidumbre, problemas y pruebas que nos hacen sentir como en un desierto. Sin embargo, así como Dios acompañó a Israel en cada jornada, también nos acompaña hoy. Su misericordia no se ha agotado y Su fidelidad permanece para siempre. Cada creyente puede testificar que, aunque haya días de dolor, siempre hay una razón para alabar a Dios.
La oración de Moisés también nos invita a reflexionar sobre la importancia de mantener una vida de gratitud. No basta con pedir; debemos también reconocer lo que ya hemos recibido. Israel había visto el poder de Dios en las plagas de Egipto, en la apertura del Mar Rojo y en la provisión del maná, pero aun así se quejaban. Esta actitud nos muestra lo fácil que es olvidar y lo urgente que es cultivar un corazón agradecido.
Por último, el salmo 90 nos recuerda que la misericordia de Dios es la base de nuestra alegría. Sin ella, la vida se vuelve vacía, pero con ella tenemos motivos suficientes para cantar. Aun en medio de las pruebas, podemos vivir con esperanza, porque sabemos que cada mañana Su bondad es nueva. El pueblo de Israel necesitaba esa verdad y nosotros también la necesitamos hoy.
Conclusión: El salmo 90 es una oración de humildad, dependencia y gratitud. Nos invita a reconocer la brevedad de nuestra vida y a buscar cada día la misericordia de Dios. Así como Moisés pidió saciedad en la gracia divina, nosotros también podemos acudir confiados a nuestro Padre, seguros de que Su amor nos sostendrá, nos dará alegría y nos guiará por el desierto de la vida hacia la tierra prometida.