Sin duda alguna la voluntad de Dios es buena para con nosotros, pero, ¿aceptamos su voluntad o simplemente nos hundimos pensando que Dios no nos ama por las cosas que nos están pasando? Sí, es de humanos a veces pensar que Dios no está con nosotros cuando estamos pasando por pruebas, pero, en medio de esas dudas debemos tener la certeza, la confianza, de que Dios está obrando a nuestro favor y que de esa prueba sacará lo mejor, ¿nos acompañas a creer esto?.
Podemos mencionar algunas casos en la Biblia de hombres que pasaron por pruebas terribles, pero lo cierto es que Dios tenía algo mucho mejor para ellos, algo reservado, algo que no es plata ni oro, sino una ciudad celestial y en cada una de sus pruebas ellos pudieron disfrutar de ver a Dios glorificarse más allá de lo que ellos podían pensar.
Tenemos el caso de José, vendido por sus hermanos, terminado como esclavo en Egipto, llegó a estar preso, sin embargo, Dios lo bendijo de tal manera que llegó a ser el segundo señor de todo Egipto.
¿Y qué decir de Daniel? Fue un hombre fiel a Dios, se negó a adorar a otro que no sea Dios, fue echado en un foso con leones, sin embargo, aún allí decidió confiar en Dios y ningún león le tocó. Por su fidelidad Dios le permitió ser el segundo señor de Babilonia.
Estos hombres a pesar de verse envueltos en distintas pruebas ellos creyeron en la mano poderosa de Dios, pero lo importante que debemos saber es que ellos estaban dispuestos a seguir creyendo en Dios aunque no recibiesen ninguna recompensa terrenal y aquí es donde podemos hablar de algunos profetas y apóstoles, los cuales no tuvieron ninguna posición en este mundo y a pesar de ello entendían que su recompensa se encontraba en los cielos, ¿podemos creer lo mismo?.
De manera que, aceptemos lo que Dios tiene para nosotros, nos parezca bien o no, el punto es que Dios siempre tendrá lo mejor para nosotros y debemos tener confianza en eso.
Aceptar la voluntad de Dios con fe y esperanza
Aceptar la voluntad de Dios no siempre es sencillo, pues muchas veces choca con nuestros deseos humanos. Sin embargo, lo que nos parece una pérdida puede ser en realidad una ganancia mayor en el plan divino. Lo que hoy no comprendemos, mañana lo veremos como una puerta que nos acercó más al Señor. Por eso la Biblia nos recuerda que “los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros” y que Él siempre tiene un propósito perfecto para cada situación.
Cuando las pruebas llegan, es natural que aparezca la duda y el desánimo, pero es allí donde la fe debe fortalecerse. Dios no permite nada que no esté bajo Su control. Lo que parece un obstáculo es a menudo una oportunidad para crecer espiritualmente y para conocer más de Su fidelidad. Así lo entendieron hombres y mujeres de fe que nos dejaron un legado en las Escrituras.
Ejemplos que nos inspiran
José y Daniel nos muestran que aun en circunstancias injustas, Dios sigue obrando. José no se quedó en la amargura, sino que confió en que su historia estaba en las manos del Señor. Daniel no cedió a la presión de su tiempo, sino que fue firme en su convicción. Ambos testimonios nos demuestran que la fidelidad a Dios siempre trae frutos, aunque no los veamos de inmediato.
Los profetas y apóstoles también nos enseñan que el camino de la fe no siempre es de comodidades, pero sí de esperanza eterna. Muchos de ellos sufrieron persecución, hambre, cárcel e incluso la muerte, sin embargo, nunca dejaron de creer que su verdadera recompensa estaba en los cielos. Sus vidas son un recordatorio de que la fe auténtica no se mide por lo que recibimos aquí, sino por lo que nos espera en la eternidad.
Aplicación para nuestra vida diaria
Hoy también enfrentamos dificultades: problemas familiares, enfermedades, crisis económicas o momentos de soledad. No obstante, cada prueba puede convertirse en un escenario donde Dios se glorifique. Si ponemos nuestra confianza en Él, veremos cómo transforma la adversidad en bendición. Tal vez no en el tiempo ni de la manera que esperamos, pero sí de acuerdo a Su perfecta voluntad.
Aceptar la voluntad de Dios es vivir con la certeza de que nada escapa de Su control. Significa entregar nuestras cargas, descansar en Su promesa y caminar con la seguridad de que lo que Él permite siempre tiene un propósito mayor. La confianza en Dios nos da paz aun en medio de la tormenta.
Conclusión
La voluntad de Dios no siempre coincide con nuestros planes, pero siempre es lo mejor. Como creyentes, debemos aprender a aceptar lo que Él permite, con la seguridad de que Su amor y fidelidad nunca fallan. Así como José, Daniel, los profetas y los apóstoles, confiemos plenamente en que el Señor tiene preparado para nosotros algo mucho mejor de lo que podamos imaginar. Vivamos cada día creyendo que nuestro futuro está seguro en las manos de Dios y que, aunque no entendamos todo ahora, en la eternidad veremos la gloria de Su plan perfecto.