El hijo necio es pesadumbre de sus padres

En este contexto pesadumbre se refiere a cuando alguien trae tristeza o algún tipo de problema al hogar. Es un peso en el corazón de los padres, una carga emocional que se siente cuando los hijos toman decisiones equivocadas o se desvían del buen camino. Este término bíblico refleja el dolor profundo que experimentan los padres al ver a un hijo perderse en la necedad, la rebeldía o las malas influencias.

En los Proverbios encontramos un verso bíblico que nos habla sobre cómo los padres sufren a causa de sus hijos: el hijo necio es pesadumbre de sus padres. Esta verdad podemos verla día tras día en muchas familias, tanto creyentes como no creyentes. Un hijo puede traer alegría inmensa cuando anda en rectitud, pero también puede convertirse en causa de tristeza cuando elige el camino de la necedad. La Biblia es clara al mostrar esta realidad y al advertirnos que los padres debemos ser diligentes en la crianza.

Seamos cristianos o no, la relación con los hijos conlleva luchas y desafíos. Hay diferentes etapas en la vida en las que los hijos son influenciados por su entorno. La cultura cambia, las ideas se modernizan y, con ello, surgen presiones que pueden arrastrarlos. Algunos hijos resisten estas influencias y crecen con valores firmes, mientras que otros ceden y se desvían, causando dolor en sus hogares. Esto nos muestra que la crianza no es un proceso automático: requiere esfuerzo, disciplina, oración y constancia.

Por eso tenemos que conducir a nuestros hijos por el camino correcto. ¿Y cuál es este camino? El camino de la salvación, el camino de la verdad, que es Cristo Jesús. No basta con darles educación académica o buenos consejos morales; necesitamos dirigirlos hacia una relación viva con Dios, para que encuentren en Él la fuerza para resistir la tentación y caminar en integridad.

La Biblia nos ofrece una promesa poderosa en este sentido, que nos recuerda la responsabilidad y el privilegio de formar espiritualmente a nuestros hijos:

Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Proverbios 22:6

Este pasaje nos enseña que la formación comienza desde la niñez. Es fundamental hablarles a nuestros hijos de Dios desde sus primeros años, enseñándoles a orar, a leer la Palabra y a obedecer los mandamientos. No se trata de imponer una religión, sino de sembrar principios eternos que darán fruto en su vida adulta. La instrucción constante forma un carácter piadoso que será una guía cuando enfrenten decisiones difíciles.

Cuando los hijos son instruidos en el temor de Jehová, crecen con un fundamento sólido. Esto no significa que nunca enfrenten tentaciones o luchas, pero sí que tendrán herramientas espirituales para discernir entre el bien y el mal. Lo que los padres siembran en la niñez se convierte en una semilla que germina en la madurez. Aunque se aparten por un tiempo, esas enseñanzas permanecerán en su memoria y podrán traerlos de regreso al camino del Señor.

El proverbio también nos recuerda que la instrucción trae bendición a los padres. Un hijo formado en la verdad no será causa de pesadumbre, sino de gozo. En contraste, un hijo que no recibe enseñanza puede convertirse en dolor de cabeza para sus padres y traer amargura a su madre, como declara otro pasaje:

El hijo necio es pesadumbre de su padre,
Y amargura a la que lo dio a luz.

Proverbios 17:25

Este versículo refleja la realidad de muchas familias que sufren porque sus hijos se han dejado arrastrar por malas compañías, vicios o decisiones equivocadas. La falta de instrucción, disciplina y límites claros puede llevar a los hijos a la rebeldía y a la necedad. Por eso, la labor de los padres es tan importante. No se trata de controlar la vida de los hijos, sino de guiarlos con amor y firmeza, corrigiendo cuando sea necesario y orando siempre por ellos.

Como padres, debemos actuar con sabiduría y constancia. Si vemos que nuestros hijos empiezan a desviarse, no debemos esperar a que sea demasiado tarde. Es necesario hablar con ellos, corregirlos con amor y enseñarles el valor de caminar con Dios. La influencia del mundo es fuerte, pero más fuerte es la gracia del Señor. Por eso, debemos interceder cada día, clamando a Dios por la vida de nuestros hijos, para que Él los guarde y los guíe en medio de la oscuridad de este mundo.

En conclusión, los hijos pueden ser la mayor alegría o la mayor pesadumbre para sus padres. Todo dependerá de la instrucción que reciban y de las decisiones que tomen en su vida. Como padres cristianos, nuestra misión es enseñarles el camino del Señor, para que aun en la vejez, no se aparten de Él. Instruyamos, oremos, demos ejemplo y confiemos en que el Dios fiel cumplirá sus promesas y traerá paz y gozo a nuestros hogares.

Pon a Dios primero este 2020
Sacrificio con honra y amor al Señor