Gózate en la tempestad

Todo ser humano que pasa por esta vida, cuando llega a tener uso de razón, comprende lo que significa el sufrimiento, el dolor, la pérdida y la tempestad. Son experiencias que nos tocan de una u otra forma, y aunque varían en intensidad, todas nos recuerdan lo frágiles que somos. Sin embargo, como cristianos, debemos aprender a tener gozo en medio de la tempestad, sabiendo que no navegamos solos, que el Capitán Jesús está en nuestra barca y que Él jamás permitirá que nos hundamos si confiamos en Él. Aun cuando los vientos arrecien y las olas golpeen con fuerza, Cristo está presente y nos dice: “No temas, yo estoy contigo”.

El apóstol Pablo nos exhorta con palabras firmes y alentadoras a mantener el gozo en cualquier circunstancia, incluso en las más difíciles:

Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.
Romanos 12:12

Este versículo resume de manera extraordinaria la actitud que un creyente debe tener en medio de los procesos. Pablo no está negando que habrá tribulaciones, sino que nos está mostrando la manera correcta de enfrentarlas: con gozo, paciencia y oración. No es un gozo vacío o fingido, sino un gozo basado en la esperanza de que nuestro Señor Jesucristo volverá por su iglesia y de que en Él tenemos vida eterna. Esa esperanza es como un faro de luz en medio del desierto o como un ancla firme en medio del mar embravecido.

Es importante recordar el contexto de estas palabras. Pablo escribe a los romanos en una época donde confesar a Cristo podía costar la vida. Los creyentes eran perseguidos, humillados y despojados de sus bienes simplemente por declarar que Jesús es el Señor. Aun así, Pablo los anima a mantener el gozo, no porque las circunstancias fueran fáciles, sino porque la esperanza en Cristo era más grande que cualquier sufrimiento. Si ellos pudieron sostenerse en medio de tan grandes pruebas, ¿cómo no podremos nosotros confiar en ese mismo Dios en nuestras tribulaciones actuales?

El gozo cristiano no depende de las circunstancias, sino de la presencia de Dios en nuestra vida. Podemos perder un empleo, enfrentar una enfermedad, sufrir traiciones o vivir momentos de soledad, pero aun así podemos experimentar paz y gozo porque sabemos que “todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios” (Romanos 8:28). Nuestro gozo se sostiene en la seguridad de que nada ocurre fuera del control del Padre.

Jesús mismo nos enseñó que en el mundo tendríamos aflicciones, pero también nos dio la promesa gloriosa: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Esto significa que, aunque las pruebas sean duras, la victoria final ya está asegurada en Cristo. Tener gozo en medio de la tempestad no significa ignorar el dolor, sino reconocer que hay un Dios más grande que cualquier problema y que Él está obrando a nuestro favor incluso en los momentos más oscuros.

La oración también juega un papel fundamental en este proceso. Pablo nos dice que debemos ser constantes en la oración. Cuando oramos, abrimos nuestro corazón al Señor y depositamos en Él nuestras cargas. La oración nos fortalece, nos calma y nos recuerda que no estamos solos. Cada palabra que elevamos al cielo es escuchada por un Padre amoroso que se interesa por nosotros. A través de la oración, el Espíritu Santo nos llena de paz, esa paz que sobrepasa todo entendimiento y guarda nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).

Amado hermano, no importa cuán grande sea la tormenta que enfrentas hoy, recuerda que tu esperanza está en Cristo. Gózate en tu Creador, no porque la prueba sea fácil, sino porque el Dios que te sostiene es fiel. La fe no elimina los problemas, pero transforma nuestra manera de enfrentarlos. Nos da la fuerza para decir: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya fruto… con todo, yo me alegraré en Jehová” (Habacuc 3:17-18).

Así que, en cada adversidad, decide confiar. Sé perseverante en la fe, mantente constante en la oración y nunca dejes que el enemigo robe tu gozo. Recuerda que la sonrisa del cristiano en medio del dolor es un testimonio poderoso para el mundo: muestra que nuestra confianza no está en lo que vemos, sino en el Dios que reina por los siglos de los siglos. Alaba en medio de la prueba, ora en medio del dolor y gózate, porque tu esperanza está en Cristo, y en Él jamás serás avergonzado.

Cuando pidas a Dios, espera en Él
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón