Confiar en la protección de Dios es uno de los pilares más firmes de la vida cristiana. El mundo en el que vivimos está lleno de incertidumbres, pruebas y momentos de angustia, pero aquellos que ponen su confianza en el Señor encuentran un refugio seguro. La Biblia nos enseña que Él es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por eso, no debemos temer ni desmayar, sino recordar que Dios tiene el control de todo, incluso cuando parece que el enemigo trama contra nosotros.
El Señor es quien nos protege, solo en Él es que debemos confiar, no pensemos lo que el enemigo esté tramando en contra de nosotros. No desmayemos solo tengamos paciencia porque Dios nunca llega tarde, él llega en el momento que menos esperamos.
Hay momentos malos que llegan a nuestras vidas, donde las dificultades nos turban y golpean nuestros corazones, y por esos momentos malos que pasamos, entonces las dudas comienzan a entrar en nuestros corazones. Esto hace que no creamos en Dios el cual es nuestro ayudador, el que nos protege.
Pero alégrense todos los que en ti confían;
Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;
En ti se regocijen los que aman tu nombre.Salmos 5:11
El salmista nos invita a alegrarnos y cantar con gozo porque Dios nos defiende. Esta defensa divina no se limita a lo físico, sino que también abarca lo espiritual. Muchas veces las luchas más intensas no son externas, sino internas: dudas, miedos y pensamientos que quieren alejarnos de la fe. Sin embargo, cuando depositamos nuestra confianza en el Señor, Él nos rodea con su amor y nos da la certeza de que no estamos solos. Esa alegría es fruto de una vida que se abandona en sus manos y reconoce que nuestra protección no depende de fuerzas humanas, sino del poder de Dios.
Por eso cada día debemos dar gracias a Dios y glorificarle con todos nuestros corazones, porque Él es digno de adorarle, por sus obras maravillosa, debemos reconocer que nuestra protección viene del Señor.
Pero es bueno que cada día nos aferremos totalmente a Él, confiando en Él, entregándolo todo por el Señor, porque no hay nadie más que nos pueda librar de los malos, solo Él nos da la paz que necesitamos, y solo en Él debemos confiar todo el tiempo.
Cuando meditamos en sus promesas, recordamos que Dios es fiel en todo lo que dice. Él no abandona a sus hijos ni se olvida de los que le buscan con sinceridad. Las personas pueden fallar, las circunstancias pueden cambiar de un día a otro, pero el Señor permanece para siempre. Esa confianza firme en Dios es la que nos ayuda a enfrentar la adversidad sin temor y con esperanza.
La alegría que corre por todo nuestro interior, nunca se debe apagar, porque Dios es el que nos da esa paz, Él es nuestro ayudador, el que nos protege, el Señor nunca le da la espalda a sus hijos.
Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;
Como con un escudo lo rodearás de tu favor.Salmos 5:12
La bendición del justo la da el Señor y esas bendiciones son duraderas, y no solo le dará bendición material, Él también le bendecirá espiritualmente, y su escudo estará en protección de cada uno de sus hijos, solo confía en Él, porque Él es el único que te puede ayudar.
La imagen del escudo nos recuerda que Dios nos cubre por completo. Un escudo no protege parcialmente, sino que resguarda al guerrero de los ataques del enemigo. De la misma manera, el favor de Dios rodea a sus hijos en cada área de su vida. No siempre significa ausencia de problemas, pero sí seguridad en medio de ellos. El justo puede descansar en la certeza de que su Padre celestial pelea sus batallas y abre caminos donde parecía no haber salida.
Confiar en la protección del Señor es una decisión diaria. Es reconocer que sin Él somos vulnerables, pero con Él estamos seguros. Que este pasaje del libro de los Salmos nos inspire a vivir en gratitud, gozo y confianza, sabiendo que el escudo de Dios está sobre nuestras vidas y que su favor nos sostiene hoy y siempre.