Las aflicciones son una parte importante para la vida de un verdadero hombre o mujer de Dios y estas nos pueden causar dolor y tristeza, sin embargo, no nos pueden robar el gozo en nuestro Señor. Estamos atribulados, afligidos y pasando por la peor dificultad pero confiados en el Cristo de la gloria el cual nos cubre y nos da fuerzas para continuar.
Las aflicciones no pueden detener el gozo que tenemos en el Señor, aunque, a sinceridad, algunas veces sentiremos que ese gozo se nos va y nos sentimos en tinieblas densamente profundas y hasta preguntamos: ¿Dónde está Dios? Pero, en momentos como esos Dios también nos pregunta: ¿Dónde están los Elías de Dios?
El apóstol Pablo dijo:
16 Estad siempre gozosos.
17 Orad sin cesar.
18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
19 No apaguéis al Espíritu.
20 No menospreciéis las profecías.
1 Tesalonicenses 5:16-20
Cierto predicador dijo: «Si este mundo es el mejor, ¿para qué esperar en otro?» Y esto es completamente lo que debemos entender, Jesús dijo:
En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo
Juan 16:33
La Biblia también nos cuenta en el libro de Hebreos capítulo 11 sobre una serie de personas que pasaron por diversas pruebas, de las cuales posiblemente nosotros nunca hemos pasado, sin embargo, también nos dice que estas personas esperaban en una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Tengamos confianza en el Señor nosotros también, como aquellos hombres de fe, que sin importar que estén en el foso de los leones, en una cisterna, Jezabel persiguiéndolos, apedreados, perseguidos, odiados por todos, crucificados, aun así, ellos siempre mantuvieron el gozo del Señor en sus vidas.
Cuando hablamos de aflicciones, no solo nos referimos a las pruebas externas, sino también a los conflictos internos que enfrentamos. A veces el creyente se siente solo, incomprendido o incluso abandonado, pero la Palabra de Dios nos asegura que nunca estamos desamparados. Cristo prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y esa promesa debe sostenernos incluso en medio de las más oscuras tormentas.
El apóstol Pablo mismo es un ejemplo de perseverancia y de gozo en medio de la dificultad. Él pasó por cárceles, naufragios, persecuciones, hambre y desnudez, sin embargo, podía decir con total convicción: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Esa misma fortaleza está disponible hoy para cada hijo de Dios que decide no dejarse vencer por la adversidad.
Muchas veces, las aflicciones son el taller donde Dios forma nuestro carácter y pule nuestra fe. Así como el oro se purifica en el fuego, también los cristianos somos purificados en el crisol de la prueba. Lejos de ser un castigo, las dificultades son oportunidades para crecer en dependencia de Dios, aprender a confiar más y experimentar su fidelidad de manera personal.
No debemos olvidar que el gozo del Señor no es lo mismo que la alegría pasajera del mundo. El gozo es un fruto del Espíritu que permanece incluso cuando las circunstancias son adversas. Mientras que la alegría humana se apaga fácilmente ante un problema, el gozo espiritual se fortalece al recordar que nuestra esperanza no está en lo terrenal, sino en lo eterno.
Cuando atravesamos por tiempos de aflicción, la oración se convierte en nuestra mayor arma. Orar sin cesar no significa repetir palabras vacías, sino mantener un corazón en constante comu