La santa cena del Señor Jesucristo

La Biblia nos habla sobre la santa cena y es que esta la instituyó el mismo Jesucristo para que con este acto le podamos recordar. Esta costumbre está vigente, algunas iglesias la practican con regularidad, otras lo hacen pocas veces y otras pocas nunca lo hacen. El punto es que hay varios pasajes que nos hablan sobre esta magna celebración, puesto que es una forma de recordar el sacrificio de nuestro amado Señor en la cruz del calvario.

Es importante resaltar que la santa cena no es un simple rito religioso, sino un acto de profunda fe y obediencia. Cada vez que nos sentamos a participar de este pan y de esta copa, estamos reconociendo la obra redentora de Cristo en la cruz. No se trata solo de comer o beber, sino de un recordatorio solemne de que hubo un precio que pagar por nuestros pecados, y que Jesús lo pagó completamente con su sangre y con su vida.

Cristo dijo:

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Mateo 26:17-30

Esta cena de Cristo con sus discípulos fue símbolo de que iba a dar su vida por nosotros, derramando su sangre y entregando su cuerpo a muerte de crucifixión. Hoy en día hay quienes malinterpretan esta enseñanza de Cristo, pero lo único cierto aquí es que la santa cena es un momento para recordar aquel momento de nuestro Maestro.

Cuando partimos el pan, recordamos que Jesús fue quebrantado por nuestras transgresiones; cuando bebemos de la copa, proclamamos que su sangre fue derramada para el perdón de nuestros pecados. Estos elementos sencillos nos conectan con la mayor muestra de amor jamás dada: el sacrificio de Cristo. Por eso no debemos tomar este acto a la ligera, sino con reverencia, gratitud y fe.

Cristo derramó su sangre por nosotros, padeció, sufrió el peor de todos los dolores por amor a nosotros y nuestro deber es hablar de sus maravillas.

En la actualidad, la celebración de la cena del Señor también sirve como un recordatorio de unidad dentro de la iglesia. Al compartir la mesa, demostramos que todos somos uno en Cristo, sin importar nuestras diferencias. La santa cena nos une como cuerpo de Cristo y nos recuerda que tenemos un mismo Señor, una misma fe y una misma esperanza. Además, fortalece nuestra comunión no solo con Dios, sino también con nuestros hermanos en la fe.

El apóstol Pablo también habló sobre la santa cena diciendo:

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

1 Corintios 11:26

Cada vez que nosotros celebramos la cena del Señor estamos anunciando su muerte en la cruz, su gran expiación por nuestros pecados, que nos ha redimido del infierno y a la vez anunciamos a este mundo perdido que nuestro Señor viene pronto.

Participar de la mesa del Señor es entonces una proclamación viva del evangelio. No solo recordamos lo que Cristo hizo en el pasado, sino que también afirmamos nuestra fe en su regreso glorioso. Cada vez que levantamos la copa y comemos del pan, declaramos nuestra esperanza en el cumplimiento de la promesa de que un día estaremos con Él en el reino de su Padre.

En conclusión, la santa cena es más que una tradición: es un mandamiento de Cristo, una proclamación del evangelio, un acto de unidad y una demostración de fe. Nos recuerda que fuimos comprados con precio de sangre y que nuestra vida debe estar consagrada a Aquel que murió por nosotros. Participar de ella con el corazón dispuesto, en humildad y con gratitud, es una manera de mantener vivo en nuestra memoria el sacrificio del Señor y de preparar nuestro corazón para su inminente regreso.

Jehová empobrece, y Él enriquece
Los juicios de Jehová son ineludibles