Dios hizo todas las cosas

Oh, cuán grande eres Dios, tú que creaste todas las cosas, nos creaste del polvo de la tierra, diste aliento de vida a tu creación perfecta, pusiste a tu creación en el huerto del edén y le diste todo lo que necesitaban. Siempre estuviste con ellos y tuviste misericordia.

Hablar de la grandeza de Dios es hablar de un tema infinito, porque su obra no tiene límites ni principio ni fin. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, vemos cómo Él ha mostrado su poder, su amor y su misericordia para con la humanidad. Cada detalle de la creación refleja que existe un Creador sabio y poderoso. El hombre puede intentar explicar con teorías el origen del universo, pero ninguna explicación humana es suficiente para negar que detrás de todo lo visible hay un Dios Todopoderoso.

A su alrededor creaste toda bestia del campo, los peces del mar, las aves de los cielos, y todo lo que hiciste lo creaste perfecto. Muchos dicen no existe Dios, ¿cómo no podrá existir un Dios si la misma naturaleza lo anuncia? Ella dice quién es Él y lo que Él ha hecho y lo que seguirá haciendo.

Porque toda casa es hecha por alguno;
pero el que hizo todas las cosas es Dios.
Hebreos 3:4

Lo cierto es, que como dice este escritor de los hebreos, toda casa es hecha por alguien. Pero Dios es aquel que hizo todas las cosas, su poder no se compara con nada, Él es el Dios grande, soberano, majestuoso, misericordioso, y que nos ayuda cada día.

Cuando observamos una construcción, sabemos que alguien puso manos a la obra para que existiera. De la misma manera, cuando miramos el cielo, la tierra y todo lo creado, debemos reconocer que nada de esto apareció por casualidad. La creación es la evidencia de que Dios existe, y de que su poder sigue sosteniendo el universo. No hay nada en la tierra que pueda compararse con su obra perfecta.

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios,
como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
Hebreos 3:5

Cuando leemos el libro de Éxodo, nos encontramos con la historia del pueblo de Israel cuando era cautivo por el faraón, acontece que cuando el pueblo iba a ser liberado por Dios, ellos ponían todo en duda que había un Dios el cual los sacaría de allí, pero cuando fueron sacados de aquella esclavitud no dieron gracias a Dios, sino que decían «Señor, nos sacaste de Egipto para dejarnos morir en el desierto». Israel, a pesar de haber sido liberado de la mano del faraón no era agradecido con Dios, solo le reclamaba al Señor, pero lo que ellos estaban ignorando era que aquel que lo sacó de Egipto no lo iba a dejar morir en el desierto.

Esta historia nos recuerda la importancia de confiar en el Señor en medio de nuestras pruebas. Muchas veces nos comportamos como Israel: olvidamos los milagros pasados y nos enfocamos únicamente en los problemas presentes. Pero Dios, que fue fiel en el ayer, también lo será en el hoy y en el mañana. Él nunca abandona a sus hijos, aunque en ocasiones nos cueste entender sus planes.

pero Cristo como hijo sobre su casa,
la cual casa somos nosotros,
si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.
Hebreos 3:6

¿Cómo podemos rechazar al Dios que creó todas las cosas, un Dios que trae esperanza a nuestras vidas? El Señor cada día nos da fortaleza, nos da de comer y nos bendice aun sin nosotros merecerlo.

El apóstol Pablo nos recuerda que ahora nosotros somos casa de Cristo, es decir, somos parte de su pueblo y de su obra. Esto implica una gran responsabilidad: vivir agradecidos, en santidad y en fe. Rechazar a Dios es rechazar la vida misma, pues fuera de Él no hay propósito ni dirección. Pero si permanecemos firmes en la confianza y en la esperanza, tendremos la seguridad de que su presencia nos acompañará hasta el fin de nuestros días.

En conclusión, la creación, la historia bíblica y nuestra propia vida son testimonio de la grandeza de Dios. Él es el Creador de todo lo visible e invisible, y también quien nos sostiene a cada instante. Reconocer su poder y su amor debe llevarnos a vivir con gratitud, obediencia y fe. Que nunca olvidemos que, aunque a veces dudemos, Él siempre permanece fiel y su misericordia se renueva cada mañana.

La fe viene por el oír
La fe es por el oír