¿Qué significa la palabra indescriptible? Que es tan grande, intenso o extraordinario que no puede ser expresado o descrito. De la misma manera, así es el amor de Dios, «indescriptible», es tan grande, intenso o extraordinario que no puede ser expresado o descrito como tal. La Biblia nos habla del amor de Dios desde el principio hasta el final, sobre todo cuando nos narra la muerte del Hijo de Dios, sin embargo, es muy difícil llegar a una comprensión total de qué es el amor de Dios
Cuando meditamos en este concepto, nos damos cuenta de que el lenguaje humano se queda corto. Podemos escribir libros enteros, predicar cientos de sermones o cantar miles de himnos, y aun así no lograríamos describir completamente la magnitud del amor divino. El amor humano, por más sincero que sea, siempre tiene límites. Sin embargo, el amor de Dios no tiene fronteras, no se agota y no se condiciona a las acciones del hombre.
Muchas personas sostienen la idea teológica de que nosotros somos los que venimos a Dios, en lugar de que Él es realmente quien nos trae hacia Él y todo esto por su amor insuperable. La Biblia es una cadena y cada pieza se comunica entre sí, en el Nuevo Testamento vamos a encontrar a Pablo diciendo que el hombre natural no puede conocer las cosas espirituales y que le son imposibles. Si el hombre llegase a depender de sí mismo para obtener la salvación nunca entraría al reino de los cielos y es precisamente por esto que dicho ministerio pertenece a Dios.
Esto nos enseña que no es nuestro esfuerzo el que nos acerca al Señor, sino su gracia. De hecho, si miramos nuestra condición antes de Cristo, entenderemos que vivíamos alejados de toda verdad, perdidos en nuestro pecado y en una constante rebeldía. Aun así, Dios extendió su misericordia y nos abrió la puerta para conocerle. Esa es la esencia del amor indescriptible: amar a quienes no lo merecían, perdonar a quienes no pedían perdón y salvar a quienes no podían salvarse a sí mismos.
Hay algo muy importante que nos dice Juan:
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
1 Juan 4:19
De hecho, nosotros nunca habíamos amado a Dios, simplemente vivíamos una vida de impiedad, sin reconocer a Dios y violando todas sus leyes, la misma Biblia registra que en otro tiempo éramos personas totalmente impías y en ese estado caído nunca llegaríamos a Dios por nosotros mismos, sino que Dios en su eterno amor y amor indescriptible, nos amó de tal manera que entregó a su Hijo por nuestros pecados, para hacernos libres del pecado.
Este versículo nos recuerda que el amor verdadero tiene su origen en Dios. No se trata de que nosotros dimos el primer paso, sino que Él lo dio por nosotros. Enviar a su Hijo a morir en la cruz es la muestra más clara de ese amor, porque nadie da su vida por los injustos, y sin embargo Cristo lo hizo. El amor de Dios es entonces transformador, porque cambia nuestro corazón de piedra en un corazón sensible y agradecido.
El amor de Dios supera todo amor que podamos sentir por un humano. El amor de Dios supera nuestro odio, nuestra iniquidad, nuestra impiedad. El amor de Dios es más profundo que el ancho mar, más alto que los cielos y más grande que el universo.
Cuando pensamos en su grandeza, podemos usar metáforas como el mar, el cielo o el universo, pero incluso esas comparaciones son pequeñas ante la realidad del amor divino. Cada día que respiramos, cada bendición que recibimos, incluso cada corrección que Dios nos da, es una expresión de ese amor. No se trata solo de un sentimiento abstracto, sino de un amor que actúa, que protege, que guía y que salva.
Finalmente, el amor indescriptible de Dios debe impulsarnos a vivir agradecidos, a amar a nuestro prójimo y a compartir este mensaje con los demás. Si hemos recibido un amor tan grande, no podemos callar, sino reflejarlo en nuestras acciones, en nuestras palabras y en nuestra vida diaria. El amor de Dios no se explica solamente, se experimenta, se vive y se transmite.