El amor de Dios es maravilloso. Es bueno que conozcamos que, si su amor no está en nosotros, entonces no podemos amar a nuestro prójimo, como nos manda las Sagradas Escrituras.
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
1 Juan 4:8
Es notable la falta de amor que hay en las personas en estos últimos tiempos, y esto es debido a que las personas no buscan al Dios de amor. Cuando conoces el amor, estás conociendo al Creador de todo.
Vemos todo lo que está pasando con las personas, y es que estas no tienen amor ni tienen compasión por los demás, satanás busca la forma de cómo destruir a las personas, haciéndoles creer que están bien, y haciéndoles creer que haciendo el mal están en lo correcto.
La misma Biblia dice que por haberse multiplicado la maldad de los hombres, el amor de muchos se iba a enfriar, esto es a causa de la desobediencia de los hombres.
El hombre no ha querido entender que Dios es amor y que sin Él nada puede ser posible, pero algo que sí creo que, si nos entregamos a Él, entonces estaremos recibiendo un espíritu de humildad.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros,
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
1 Juan 4:9
La humanidad está totalmente ciega, esto pasa por su comportamiento, por no escuchar la voz de Dios, y estas son aquellas palabras que Él nos dejó escrita a través de su Santa Palabra.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.
1 Juan 4:10-11
Recordemos que la Palabra de Dios es clara y verdadera, que son inspiradas por Él para que nosotros la estudiemos y que conozcamos que él es un Dios de amor, y que su palabra dice: que Él nos amó primero.
Él envió a su hijo para que muriera por toda la humanidad, para que nosotros podamos alcanzar la vida eterna, si Dios no nos hubiese amado, entonces Él no nos mandaría al hijo para que muriera por nosotros.
Nosotros tenemos que tener algo en claro, es que debemos amar a nuestro prójimo como nos manda la Palabra del Señor, mandándonos a que, así como Dios nos ha amado, nos manda que amemos también a los demás.
Es importante reconocer que Dios es amor, y que si no tenemos a Dios entonces nunca vamos a tener ese amor que es capaz de amar a todo aquel que nos queda a nuestro alrededor.
Cuando reflexionamos en el amor de Dios, entendemos que es un amor que va más allá de los sentimientos humanos. Nuestro amor muchas veces es limitado, condicionado y débil. Sin embargo, el amor de Dios no depende de lo que hagamos, porque Él nos amó aun cuando éramos pecadores. Ese amor sacrificial es el mayor ejemplo que tenemos para aprender a amar sin esperar nada a cambio.
El mundo intenta llenar el vacío de amor con cosas materiales, relaciones superficiales o logros personales, pero ninguna de estas cosas puede satisfacer el corazón como lo hace la presencia de Dios. Por eso, conocer su amor es la clave para tener una vida plena y en paz. Cuando ese amor se manifiesta en nosotros, entonces podemos perdonar, mostrar compasión y ayudar a quienes lo necesitan.
El amor de Dios también transforma nuestro carácter. Donde antes había odio, nace el perdón; donde había rencor, surge la misericordia; y donde había indiferencia, se despierta un corazón dispuesto a servir. Esto nos recuerda que el amor no es solamente palabras, sino acciones concretas que reflejan lo que hemos recibido de Dios.
Jesús dijo que el mandamiento más grande es amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En ese doble mandamiento se resume toda la ley y los profetas. Por lo tanto, el verdadero cristianismo no se mide solo por la asistencia a una iglesia o el conocimiento bíblico, sino por la capacidad de amar de manera genuina.
En conclusión, el amor de Dios es un regalo incomparable que nos invita a vivir de una manera diferente. No podemos decir que conocemos a Dios si no tenemos amor, porque su esencia misma es amor. Que cada día podamos pedirle a Él que llene nuestro corazón para amar sin condiciones, para perdonar a quienes nos ofenden y para ser un reflejo vivo de su amor en un mundo que tanto lo necesita.