A nosotros los cristianos se nos tiende llamar «locos», puesto que creemos en un ser que ni siquiera podemos ver. Por esto nos tildan como seres irracionales, fanáticos, lunáticos, etc. Bueno, también es de locos pensar que existen alienígenas, vida en otros planetas y platillos voladores. Creo que es más racional creer en la existencia de un ser que creó todas las cosas, pues, también es de locos pensar que el mundo se creó de la nada.
La Biblia dice:
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
(porque por fe andamos, no por vista);
2 Corintios 5:6-8
¿Qué es la fe? Hebreos capítulo once la define como la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Si pudiésemos ver a Dios entonces sería demasiado fácil creer, pues, tenemos el ejemplo de Tomás, él no creyó hasta que metió los dedos en las manos y el costado de Jesús, en el momento que pudo hacer eso, le fue demasiado fácil creer.
La Biblia también dice que sin fe es imposible agradar a Dios y que aquellos que se acercan a Él deben creer que Dios los escucha y que está presente. Es decir, no oramos por orar, no somos cristianos por serlo, porque está de moda o a la onda. Somos cristianos porque Dios ha intervenido en nuestras vidas de manera sobrenatural y esto produce en nosotros una fe grande en la existencia de Dios.
Nosotros no andamos por vista, no andamos por lo que está frente a nuestros ojos, sino que vemos más allá y creemos en Dios aunque no le podamos ver y esto es la fe realmente.
Sigamos manteniendo esta fe, que siga ardiendo esa llama ardiente en nuestros corazones, esa llama que nos impulsa a creer en Dios cada día más y más.
Muchas personas piensan que la fe es simplemente un sentimiento pasajero o un pensamiento positivo, pero la Biblia nos enseña que va mucho más allá. La fe es un estilo de vida, una manera de ver el mundo que transforma nuestra mente y corazón. Cuando creemos en Dios, no lo hacemos porque sea una moda, sino porque reconocemos su obra en nuestra historia personal y en la humanidad. Basta con observar la creación para darnos cuenta de que nada pudo haber surgido por casualidad, sino que existe un Creador sabio que lo diseñó todo con propósito.
La fe nos sostiene en los momentos más difíciles. Cuando los problemas parecen no tener salida, la fe nos recuerda que no estamos solos y que Dios sigue teniendo el control. De hecho, los cristianos somos llamados a vivir de esta manera: confiando en lo invisible y esperando lo eterno. Aunque el mundo nos critique o se burle, sabemos que hay una promesa de vida eterna que nos impulsa a seguir adelante.
También debemos entender que la fe no se limita solo a creer que Dios existe, sino que implica confiar en su Palabra y en sus promesas. Abraham, por ejemplo, creyó a Dios aun cuando todo parecía imposible, y esa fe le fue contada por justicia. De la misma manera, cada uno de nosotros debe aprender a creer incluso cuando la lógica humana nos dice lo contrario. Esa confianza absoluta es lo que agrada a Dios.
El apóstol Pedro también nos anima diciendo que nuestra fe, mucho más preciosa que el oro, aunque sea probada con fuego, será hallada en alabanza y honra cuando se manifieste Jesucristo. Esto quiere decir que aunque nuestra fe atraviese pruebas duras, su valor sigue siendo incalculable. Por eso, las dificultades que vivimos no deben ser vistas como un castigo, sino como una oportunidad para fortalecer nuestra confianza en el Señor.
La sociedad actual pone más confianza en lo que puede ver o demostrar científicamente, pero la vida cristiana nos enseña a vivir en una dimensión más alta. No se trata de ignorar la razón, sino de reconocer que hay cosas que la razón no puede explicar. La fe nos conecta con lo eterno, nos permite creer en lo que aún no vemos y esperar con paciencia la recompensa de Dios.
En conclusión, aunque el mundo nos llame locos, sabemos que no lo somos, porque hemos experimentado la gracia y el amor de Dios en nuestras vidas. La verdadera locura sería vivir sin esperanza, sin propósito y sin un Creador que sostenga nuestra existencia. Por eso, sigamos caminando por fe y no por vista, confiando plenamente en Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.