Hoy en día nos encontramos con diferentes tipos de personas, las cuales viven enfocadas en las cosas terrenales y se olvidan completamente de lo espiritual. Pareciera que la prioridad de muchos está en obtener riquezas, alcanzar metas materiales, poseer bienes, ascender en sus trabajos o simplemente disfrutar de los placeres de la vida. Todo esto puede parecer normal a los ojos del mundo, pero para quienes seguimos a Cristo sabemos que una vida orientada solo a lo terrenal se vuelve vacía y sin propósito eterno.
También vemos cómo las personas corren de un lado hacia otro, pidiéndole a Dios que les conceda lo que ellos necesitan. Muchos oran, ayunan y claman cuando están en escasez o necesidad, pero una vez obtienen lo que buscan, se olvidan de Aquel que les bendijo. Pierden de vista lo más importante: la vida espiritual y la comunión con Dios. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda una prioridad fundamental:
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mateo 6:33
Este verso nos enseña que lo primero en nuestra vida debe ser buscar a Dios y su justicia. No se trata de ignorar nuestras necesidades materiales, sino de confiar en que Dios es fiel para suplirlas mientras nosotros ponemos como prioridad el crecimiento espiritual y la obediencia a su Palabra. Cuando nos enfocamos en buscar a Dios, todas las demás cosas llegan como añadidura, en el tiempo correcto y conforme a su voluntad.
Jesús mismo nos advierte acerca del peligro de afanarnos demasiado por las cosas terrenales. Preguntémonos: ¿de qué nos vale tenerlo todo si nuestra alma se pierde por amar más al mundo que a Dios? El Señor lo deja muy claro en su enseñanza:
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mateo 6:25
Estas palabras son profundamente sabias. Jesús no está diciendo que la comida o la ropa no sean importantes, sino que no deben convertirse en la prioridad de nuestras vidas. Él quiere que entendamos que hay algo más grande y eterno: nuestra relación con Dios. Cuando ponemos a Cristo en primer lugar, encontramos descanso y paz, porque sabemos que nuestra vida está segura en sus manos.
Más adelante, Jesús agrega otra verdad poderosa:
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mateo 6:32
Aquí Jesús nos recuerda que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades antes de que se las pidamos. Él sabe lo que necesitamos para vivir, y en su soberanía nos provee conforme a su amor. Los gentiles, es decir, aquellos que no conocen a Dios, viven afanados y ansiosos, pero los hijos de Dios deben vivir confiados en que su Padre cuida de ellos.
Es bueno que cada día aprendamos a descansar en el Señor. Confiar en que Él suplirá nuestras necesidades fortalece nuestra fe y nos da paz. Pero cuando dejamos de confiar en Él y comenzamos a buscar desesperadamente lo terrenal, nuestra fe se debilita, nuestra confianza desaparece y terminamos apartándonos de la verdadera fuente de vida. La ansiedad y la preocupación se apoderan de nosotros, y dejamos de vivir bajo la seguridad de las promesas divinas.
Por eso, debemos poner como prioridad absoluta la búsqueda de Dios. Su Palabra, la oración, la comunión con Él y la obediencia a sus mandamientos deben ocupar el primer lugar en nuestra vida. Todo lo demás vendrá en su momento, porque para Dios no hay nada imposible.
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Mateo 6:26
Este ejemplo es maravilloso. Jesús nos invita a observar la creación, a mirar cómo las aves viven confiadas porque el Padre celestial las alimenta. Si Dios cuida de ellas, ¡cuánto más cuidará de nosotros que somos sus hijos! Confiemos, pues, en que Él suplirá nuestras necesidades. Y recordemos siempre que la vida no consiste en los bienes que poseemos, sino en buscar cada día el reino de Dios y su justicia.