Posiblemente la historia de Jonás esté entre una de las más famosas en la escuela dominical. Todos alguna vez hemos escuchado sobre “Jonás y el pez” y nuestros hijos han visualizado las caricaturas que poseen nuestros maestros de escuela bíblica, en fin, esta historia ha sido muy contada y lo sigue siendo hasta el día de hoy. De toda historia bíblica podemos extraer una enseñanza, y la historia de Jonás no es la excepción, podemos aprender de su gran error para nosotros no caer en tal desasosiego.
Sobre la existencia de Jonás no tenemos tantas cosas que expresar. La Biblia nos narra en el mismo libro de Jonás capítulo uno que este hombre fue hijo de Amitai y que vino palabra de Jehová a él en aquellos días diciendo: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella, porque ha subido su maldad delante de mí”. (Jonás 1:2).
Sabemos un poco sobre Nínive, y es que era una ciudad sin moral y que desobedecía a Dios en todo el sentido de la palabra y Dios no deja pasar esto por alto sino que envía al profeta Jonás. ¿Cuál fue el grave error de Jonás? En el capítulo tres Jonás comienza a hablar a Nínive de parte de Dios, sin embargo, en los versos siguientes vemos que Nínive se arrepiente de su mal y dice “creyeron a Dios”. ¿Acaso no debería alegrar esto a Jonás? Para nuestra sorpresa no, sino que en el capítulo cuatro nos enseña:
No tenemos un mejor ejemplo que aquel de nuestro amado Señor Jesucristo, quien entregó su vida por personas tan corruptas como nosotros y que en ningún momento nos deseó el mal.
No cometamos el mismo error de Jonás. Seamos personas dadas a la misericordia y el amor de Dios para con los demás, a eso nos ha llamado Dios.