En la casa de mi Padre muchas moradas hay

Nunca dudemos del gran amor que Cristo nos tiene, pues esto no simplemente se demuestra con palabras vacías, sino con cada gota de sangre que descendía de su cuerpo, con los clavos en sus manos, con la lanza en su costado, con los insultos hacia su persona, con cada bofetada que recibió y con el abandono de un trono poderoso y riquezas hacia una tierra vacía llena de pecado.

Hay una canción que describe algo del amor de Cristo, dice: «Oh que amor, inmenso amor, inagotable, que no tiene fin, que aun sufriendo y agotado, despreciado y al morir, rescastaste multitudes y a mí». Lo cierto es que el amor de Cristo es indescriptible, pero a través de canciones como estas podemos expresar lo que significó el amor de Cristo por nosotros: «Nos libró de la muerte eterna y del pecado». Y creo que este es el regalo más grande que se nos ha entregado.

Muchas personas viven esperando un milagro del cielo y no digo que esto está mal, pero sí sostengo la idea de que el milagro más grande lo hemos recibido hace más de dos mil años cuando Cristo entregó su vida por los pecadores.

Cristo dijo a sus discípulos:

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Juan 14:1-3

Cristo nos garantiza una gran salvación y nos dice que Él ha ido a preparar lugar para nosotros, y ese lugar no se trata de cualquier lugar, sino que se trata del mejor lugar. Nos garantiza que un día vendrá por nosotros para que donde Él mora nosotros también podamos morar por toda una eternidad.

Gloria damos día a día a nuestro glorioso Salvador por hacernos partícipes de su inmerecida gracia. Y recordemos siempre lo que Cristo dijo en estos versos: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí».

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Sed sobrios, y velad
Bendito el varón que confía en Jehová