Cada mañana cuando abrimos nuestros ojos a luz del día, cuando ponemos nuestros pies sobre el suelo, cada nuevo amanecer que Dios nos brinda, debemos entender que no es algo que merecemos, sino que por su infinita misericordia nos permite vivir un día más y eso es un motivo especial para darle la gloria a Dios independientemente del momento tan difícil por el que estemos pasando. Y es que glorificar a Dios no es algo que podamos negociar en nuestro estado de ánimo, nuestro ánimo siempre debe ser adorar a Dios.
El pueblo de Dios siempre ha pasado por momentos de amplias amarguras, sin embargo, en todos esos momentos Dios nunca se ha olvidado de ellos, y de igual manera, algo que debe servirnos de suma motivación es que Dios no se olvida de nosotros en nuestros momentos difíciles y si hoy nos levantamos de nuestras camas una vez más, es una gran demostración de la misericordia de Dios.