Para los hombres es imposible, mas para Dios no

Esta es una palabra que podemos escuchar a diario a través de hermanos en la fe y por boca de personas que conocen el camino de salvación.

Al mencionar las palabras del título de este artículo, podemos notar que esta es la confianza que debemos tener, debemos ver lo imposible como posible, y es por que si somos hijos de Dios, nada será imposible.

Como hijos de Dios, a través de Su palabra aprendemos que lo que es difícil para el hombre, para Dios es fácil de hacerlo, confiemos en nuestro Dios con todo nuestros corazones.

¿Sientes que no puedes dejar los vicios? ¿Tienes algo que debes dejar para seguir a Cristo y no puedes? Dobla tus rodillas y ora a Dios confiando que Él te librará. Recuerda, lo que es imposible para ti, no lo es para Dios.

Este versículo nos enseña que nuestra confianza no debe estar puesta en las capacidades humanas, sino en el poder divino. Muchas veces creemos que por nuestras fuerzas podemos lograrlo todo, pero llega un punto donde el ser humano se da cuenta de que necesita ayuda celestial. La fe se convierte entonces en el vehículo que nos conecta con los milagros, porque sin fe es imposible agradar a Dios, y es esa fe la que nos permite ver lo que otros no pueden ver.

Cuando enfrentamos una enfermedad, una crisis económica o una situación familiar complicada, fácilmente podemos pensar que no hay salida. Sin embargo, cuando recordamos las palabras de Jesús, comprendemos que el poder de Dios no tiene límites. Él abrió el Mar Rojo, alimentó a miles con pocos panes y peces, y levantó muertos. Si lo hizo antes, también puede hacerlo hoy. El mismo Dios que obró en el pasado sigue teniendo el control absoluto de todas las cosas.

Por eso, debemos vivir con la plena convicción de que lo imposible se vuelve posible cuando el Señor está de nuestro lado. No importa qué tan grande sea el obstáculo, ni cuán lejos parezca la respuesta; Dios actúa en el tiempo perfecto y de maneras que muchas veces no comprendemos. Él se glorifica precisamente en aquello que los hombres llaman imposible, porque así demuestra Su poder y majestad.

Cada dificultad que enfrentamos puede convertirse en una oportunidad para que Dios obre en nosotros. Cuando el ser humano llega a su límite, Dios comienza a manifestarse. Es ahí donde Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Por eso, cuando sientas que no puedes más, no te desesperes; confía, ora, espera y cree. Él tiene la última palabra sobre toda situación y siempre cumple Sus promesas a los que confían en Él.

Así que, querido lector, no te rindas. Recuerda siempre que el Dios que adoramos es el mismo que levantó a Lázaro, calmó la tormenta y dio vista a los ciegos. Si Él lo hizo antes, también puede hacerlo en tu vida hoy. Pon tus cargas en Sus manos, porque para Dios no hay nada imposible. Vive creyendo, ora sin cesar y mantén tu fe firme, porque en el momento que menos lo esperes, verás Su poder obrando en ti.

Si Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Revestidos de Cristo

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