Si Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

Como hijos de Dios que somos, nada debe detenernos, porque el Señor es quien disipa todo temor de nuestros corazones. Él es quien fortalece nuestras vidas, nos sostiene en medio de las pruebas y nos da el valor para seguir adelante aun cuando las circunstancias parecen adversas. El creyente no camina solo, sino bajo la sombra del Todopoderoso, y eso basta para vivir con confianza y esperanza.

A lo largo de la Biblia encontramos innumerables ejemplos de hombres y mujeres que enfrentaron momentos de peligro, dolor y angustia, pero permanecieron firmes porque sabían que su confianza estaba en el Señor. De igual manera, nosotros debemos aprender a depender completamente de Él, recordando que nuestro socorro no viene de los hombres ni de las circunstancias, sino del Dios que hizo los cielos y la tierra. Él es nuestro amparo constante, nuestro refugio seguro y nuestra fortaleza en todo tiempo.

Es por eso que, aunque pasemos por amenazas o situaciones difíciles, debemos estar confiados cada día, sabiendo que el Señor pelea por nosotros. No hay enemigo tan fuerte ni problema tan grande que pueda superar el poder de Dios. Él nos guarda bajo Sus alas y nos defiende con Su mano poderosa. David lo sabía bien, y por eso, en medio de sus batallas y temores, podía levantar su voz con plena seguridad y decir que su ayuda venía del Señor.

La expresión “Jehová es mi luz” nos recuerda que en medio de las tinieblas del temor o la incertidumbre, Dios alumbra nuestro camino. Su Palabra nos guía, Su Espíritu nos fortalece y Su presencia nos da paz. Cuando el alma se siente débil, Él renueva las fuerzas. Cuando el miedo nos paraliza, Él nos infunde valor. Por eso, el salmista puede preguntar con firmeza: “¿De quién temeré?”. Si el Señor está con nosotros, ¿qué o quién podrá vencernos?

David enfrentó ejércitos, persecuciones y traiciones, pero su confianza nunca se apagó. Él sabía que aunque muchos se levantaran en su contra, el Señor lo rodeaba como un muro de protección. Esa certeza lo llenaba de paz incluso en medio del peligro. No era valentía humana, sino fe en un Dios todopoderoso que nunca falla. De esa misma manera debemos vivir nosotros hoy: con la certeza de que Dios está de nuestro lado, y si Él está con nosotros, nada podrá derrotarnos.

Cada vez que el miedo toque tu puerta, recuerda esta verdad: el Señor es tu luz y tu salvación. No permitas que la ansiedad o la duda apaguen tu fe. El enemigo intentará infundir temor, pero la confianza en Dios vence cualquier miedo. Él te sostiene, te guía y te libra del mal. No te enfoques en el tamaño de tus problemas, sino en la grandeza de tu Dios. Él es quien pelea tus batallas y te da la victoria, así como la dio a David.

Querido hermano, ¿puedes decir tú lo mismo que el salmista? ¿Puedes declarar con fe que Jehová es tu fortaleza y tu salvación? Si lo haces, entonces no hay motivo para temer. No importa la oscuridad que enfrentes, la luz del Señor siempre brillará sobre ti. Él está contigo en medio de la tormenta, y Su amor perfecto echa fuera todo temor (1 Juan 4:18). Por eso, levanta tu mirada, confía en el Señor y avanza con valor. Aun cuando todo parezca incierto, recuerda que Dios está contigo y Su presencia es suficiente.

Así que no temas. Vive confiado, sabiendo que el mismo Dios que protegió a David también cuida de ti. Él es tu roca firme, tu refugio seguro y tu escudo contra toda adversidad. Permanece bajo Su abrigo, y cada día podrás decir con plena seguridad: “Jehová es mi luz y mi salvación; no temeré”. Que esta verdad llene tu corazón de paz y te inspire a vivir cada día sin miedo, confiando plenamente en Aquel que nunca falla. Amén.

Tú eres mi refugio
Para los hombres es imposible, mas para Dios no

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