Oración pidiendo protección

Alabanza y oración a Dios

Adorado sea Tu bendito y Santo nombre, Tú Dios de mi salvación, me inclino a Ti y Te pido por protección, toda mi confianza esta en Ti. Tú ,oh Señor eres mi refugio.

Mi alma anhela poder orar hacia a Ti, Te busco y clamo a Ti con todo mi corazón porque si no es por Tu protección, porque cuando voy a Ti y clamo, Tú Señor me respondes, Tú desde los cielos inclinas Tus oídos y escuchas mi voz desde lejos.

Cuando el enemigo busca para derribarme, Tú vienes en mi socorro y me das Tu ayuda y Tu protección, Tú Señor atiendes mi llamado, estás ahí y no me dejas solo. Me das nuevas fuerzas y envías sabiduría desde los cielos.

Cómo no adorar al Dios de mi salvación, un Dios que cuando a Él clamo Él me ayuda, Él evita que mis adversarios se levanten contra mí, por eso es que voy delante de mi Señor porque sé que Él me ayudará.

Dios siempre está atento a Sus hijos, para cubrirnos debajo de Sus alas y librarnos de toda obra mala que el enemigo quiera hacer contra nosotros.

Guíanos, Señor

El salmista David, en el libro de los salmos capítulo 5 dijo lo siguiente:

Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; Endereza delante de mí tu camino.

Salmos 5:8

Aquí podemos ver que este hombre sabía que necesitaba a Dios en todos sus caminos, que necesitaba la protección de Dios, por eso al principio del verso, vemos que dice «guíame», esto porque solo Dios nos puede dar mejor camino, Él sabe donde está oculto el peligro.

Recomendaciones finales

Así que, no nos cansemos de decir «aquí estoy Señor rendidos y pidiendo ayuda, porque Tú eres mi único ayudador, guíanos por buen camino y escucha nuestra oraciones cuando a Ti clamamos, gracias por mi buen refugio Señor, eres Tú».

Recordemos que la oración no es una rutina vacía ni un acto mecánico; es un encuentro vivo con nuestro Dios. Cada vez que doblamos nuestras rodillas o alzamos nuestras manos al cielo, estamos reconociendo que no podemos solos, que necesitamos de Aquel que gobierna todas las cosas. La oración debe ser constante, en tiempos buenos y en tiempos malos, porque así fortalecemos nuestra relación con Dios y aprendemos a depender de Su guía en todo momento.

La alabanza también juega un papel fundamental. Alabar a Dios abre nuestros labios y nuestro corazón para agradecer, aún cuando las circunstancias no sean las mejores. Cuando alabamos, levantamos nuestra mirada hacia lo eterno y dejamos de enfocarnos solo en lo temporal. La alabanza transforma nuestro ambiente interior, nos da gozo en medio de la tristeza y nos recuerda que el Dios a quien servimos sigue estando en Su trono y que Su poder es incomparable.

Por eso, querido lector, no descuidemos nunca el tiempo de oración y alabanza. Comienza y termina tus días hablando con el Señor, preséntale tus cargas, pero también tus alegrías. Dale gracias por lo que ya tienes y confía en lo que aún esperas recibir. Recuerda las palabras de Filipenses 4:6: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias». Ese es el secreto de una vida llena de paz.

Finalmente, tengamos presente que la oración no solo cambia nuestras circunstancias, también nos cambia a nosotros. Nos hace más humildes, más agradecidos, más sensibles a la voz de Dios. A través de ella aprendemos a discernir cuál es Su voluntad y a caminar por sendas de justicia. Que nuestra vida sea un altar de oración y alabanza continua, porque en ese estilo de vida encontraremos fortaleza, dirección y descanso para el alma. Que hoy y siempre podamos declarar: «El Señor es mi refugio, mi ayudador y mi guía».

Oración pidiendo perdón
Oración pidiendo ayuda a Dios