Dios dará poder a su pueblo

El salmo 29 es un poderoso cántico que no hace más que rendir alabanzas al Señor. Este es un Salmo de David, el cual describe la fuerza de una tormenta y la voz y el poder de Dios en acción. En sus palabras podemos ver cómo la creación misma se convierte en un escenario donde se manifiesta la majestad divina. El trueno, los relámpagos, el viento y la lluvia no son simples fenómenos naturales, sino expresiones que nos recuerdan que Dios está vivo, que su voz retumba en el cielo y en la tierra y que todo lo que existe responde a su mandato.

9 Voz de Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.

10 Jehová preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey para siempre.

11 Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.

Salmo 29:9-11

David sabía que los truenos y toda la naturaleza eran una expresión del poderío de Dios, y por eso pudo decir en el Salmo 19: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos». La creación no es silenciosa, sino que constantemente proclama la grandeza del Creador. Cuando una tormenta sacude la tierra y el trueno retumba con fuerza, podemos recordar que Dios es aún más poderoso, y que toda la naturaleza está sujeta a su voz.

El salmista también nos enseña que la voz de Dios no solo es fuerte, sino también majestuosa. Al hablar de encinas desgajadas y bosques desnudos, nos muestra que nada puede resistir el poder del Señor. Pero al mismo tiempo, esa voz que estremece la tierra es la misma que trae paz a sus hijos. Esta dualidad de fuerza y ternura es uno de los aspectos más hermosos del carácter de Dios: es el todopoderoso que gobierna sobre la tormenta, pero también el pastor que cuida y bendice a su pueblo.

Luego David continúa hablando de la majestad de Dios, recordando aquel gran evento: el diluvio. Allí, Dios demostró su poder y soberanía sobre la humanidad. Aunque el juicio cayó sobre la tierra, también se manifestó su gracia al preservar a Noé y su familia. El salmo afirma que Jehová preside en el diluvio, lo que significa que ni siquiera los momentos más caóticos de la historia están fuera del control divino. Dios siempre está en su trono, ejerciendo su autoridad eterna sobre todo lo que sucede.

El Señor nuestro Dios sigue sentado en su trono con autoridad, y aunque no podamos ver ese trono con nuestros ojos físicos, eso no significa que el mundo esté sin dirección o que la historia esté al azar. Existe un legislador supremo, un Rey que gobierna desde los cielos, y es Jehová. Esta verdad trae paz al corazón del creyente, pues sabemos que nada ocurre fuera de la voluntad de Dios, y que Él tiene el control de todas las cosas, desde lo más grande hasta lo más pequeño.

En los últimos versículos del Salmo 29, encontramos una promesa gloriosa: “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz”. Aquí vemos cómo el Dios que sacude la tierra con su voz también fortalece y sostiene a sus hijos. No solo nos muestra su grandeza en la tormenta, sino que nos concede la fortaleza necesaria para enfrentar nuestras propias tempestades internas. Esa paz que Él da no es como la del mundo, pasajera y frágil, sino una paz duradera, que sobrepasa todo entendimiento y guarda nuestros corazones en Cristo Jesús.

El Señor es poderoso, tan poderoso que nos puede ayudar a vencer cualquier problema con el que estemos lidiando, siempre y cuando sea su voluntad. A veces deseamos que Dios elimine nuestras dificultades de inmediato, pero muchas veces su plan es darnos poder y paciencia para atravesarlas. Así, descubrimos que la paz de Dios no depende de que la tormenta desaparezca, sino de la certeza de que Él está con nosotros en medio de ella. Tal como David contempló la grandeza del Señor en el estruendo de la tormenta, nosotros también podemos aprender a ver su gloria en las pruebas de la vida.

Que este salmo nos inspire a reconocer la majestad de Dios en cada aspecto de la creación y en cada circunstancia de nuestras vidas. Que podamos unirnos al coro eterno que proclama: “En su templo todo proclama su gloria”. Porque al final, todo lo que existe, desde la fuerza del trueno hasta el susurro de la brisa, testifica que Jehová es Rey para siempre.

Alabanza por la bondad y el poder de Dios
Nada difícil para Dios