Exhortación a alabar a Dios

Lo cierto es que en todo momento debemos alabar al Señor nuestro Dios y el salmo 67 es una exhortación a que toda la tierra alabe al Señor. Así que, a través de algunos versos de este valioso salmo avivemos esa llama de adorar el nombre de nuestro Dios, pues, Él es merecedor de toda alabanza y gloria.

5 Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.

6 La tierra dará su fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

7 Bendíganos Dios,
Y témanlo todos los términos de la tierra.

Salmo 67:5-7

Spurgeon dijo sobre el verso cinco, que aunque veamos una mera repetición en el verso, es una forma de darle importancia a que todos los pueblos tienen que alabar al Señor. Además, esta es una forma poética en la que el pueblo de Israel escribía, un énfasis, para que se sienta la importancia de dicho escrito.

Si hay una manera apropiada en que las vidas sean bendecidas es reconociendo el camino del Señor, bendiciendo su nombre y reconociendo que solamente Él es Dios y Señor.

Oh lector, alabemos a Dios y que todas las naciones les teman, y comprendan que Él es Dios poderoso, que hace descender la lluvia, salir el sol y dar luz con la luna. ¡Alabemos al Señor!


La alabanza a Dios no debe ser vista como un simple acto religioso, sino como una respuesta natural del corazón agradecido. El salmo 67 nos recuerda que no solo Israel debía rendirle adoración, sino que era un llamado universal. Este salmo apunta a una verdad poderosa: Dios merece la gloria de todos los pueblos, sin importar su cultura, lengua o nación. Alabar al Señor no es una sugerencia, es un mandato y un privilegio.

Cuando reconocemos a Dios en nuestra vida, entendemos que toda bendición proviene de Él. El verso seis lo confirma: “La tierra dará su fruto”. Esto nos enseña que la adoración y el temor de Dios están directamente ligados a la prosperidad y bendición de los pueblos. No se trata solo de cosechas físicas, sino también de frutos espirituales: paz, gozo, esperanza y salvación. Un pueblo que honra a Dios recibe de Él abundancia en todas las áreas.

Además, este salmo nos presenta un cuadro profético. La visión de que todas las naciones teman al Señor anticipa el día en que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:10-11). Así, el salmo 67 no es solo un cántico antiguo, sino una promesa y un recordatorio de que el plan de Dios es global y eterno. Él no es solo el Dios de Israel, sino el Dios de toda la humanidad.

Muchas veces pensamos que alabar a Dios es únicamente cantar, pero la alabanza también se refleja en nuestro estilo de vida. Cada acto de obediencia, cada palabra que edifica, cada obra de amor hacia los demás es una forma de exaltar Su nombre. Cuando vivimos con gratitud y santidad, proclamamos al mundo que nuestro Dios es digno de ser alabado.

Por eso, querido lector, reflexionemos: ¿estamos viviendo de manera que otros puedan reconocer la grandeza de Dios en nosotros? El salmo 67 no solo invita a cantar, sino a ser testigos de la bondad del Señor. Al hacerlo, cumplimos con nuestro propósito de reflejar Su gloria en la tierra.

Conclusión

El salmo 67 es una llamada poderosa a que toda la tierra reconozca a Dios como el único Señor. Nos recuerda que las bendiciones de la vida provienen de Él, que la prosperidad se sostiene bajo Su mano, y que cada nación está llamada a rendirle honor y reverencia. Como bien decía Spurgeon, la repetición del verso cinco es un eco que no debe ser ignorado, una insistencia en que todos los pueblos deben unirse en alabanza.

Hoy podemos decidir unirnos a esa alabanza. No importa dónde estemos, qué recursos tengamos o qué circunstancias atravesemos, Dios sigue siendo digno de toda gloria. Alabemos con nuestras palabras, con nuestras acciones y con nuestro corazón. Porque si toda la creación le adora, ¿cómo no habremos de hacerlo nosotros? Que el salmo 67 inspire nuestra vida diaria a reconocer que nuestro Dios es grande, justo y eterno, y que solo Él merece toda honra, gloria y poder.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Caminando sobre la roca firme