Oh, Jesús vengo delante de Ti, ayúdame, sé que soy pecador pero Te necesito. Sé que Tú puedes sanar mi corazón y puedes restaurar mi vida por completo, Tú eres el Dios de mi salvación.
Señor, recurro a Ti porque sé que no hay otro en el cual yo pueda ser libertado. Ayúdame día tras día, Dios mío y mi ayudador, eres un Dios Todopoderoso y nada es imposible para Ti. Sólo Tú puedes hacer que en mi vida y en la de lo demás las cosas marchen bien, porque Tú conoces nuestros pensamientos y es por eso que queremos caminar bajo tus estatutos y bajo tus alas.
Me rindo solo a Ti, todo mi ser Te necesita y anhela sentir Tu santa presencia, conocerte a Ti será mi gran bendición, porque al conocerte seré diferente y ya no seré la persona que vagaba en el mundo sin dirección.
Abrí mi corazón Señor a Ti, porque sé que Tú puedes entrar y hacer de mí cosas buenas y nuevas, porque al Tú entrar en mí también entrará el gozo de Tu salvación en mí así como dijo el salmista David, cuando este te había fallado y se sentía totalmente mal delante de Ti.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Salmos 51:10
Es bueno que ante nuestras fallas delante del Señor podamos ir delante de Él, diciendo estas palabras pronunciadas por el autor de este salmo, pidiéndole a Dios crear en él un corazón limpio, porque con un corazón limpio ya estás siendo renovado en la presencia de Dios, y también le dice que renueve un espíritu recto dentro de él.
Reconozcamos cada día cuando estamos mal delante de Dios y pidamos a Dios que entre en nuestros corazones y que los cambie por completo.