Consideremos el siguiente versículo bíblico:
Bienaventurado el que piensa en el pobre;
En el día malo lo librará Jehová.Salmo 41:1
La palabra pobre aquí es mucho más amplia que pobreza económica, estamos hablando de pobreza en toda su plenitud. La idea aquí es tratar con el débil o indefenso en general. Obviamente para David el dar a los pobres no es lo único que marca a una persona piadosa, pero esto sí era muy significativo y nos podríamos dar cuenta a través de muchos versículos de la Biblia.
La pobreza se puede manifestar de diversas formas: hay quienes carecen de lo material, pero también hay quienes sufren de soledad, falta de apoyo, quebranto emocional o incluso carencia espiritual. Dios nos llama a reconocer esas múltiples necesidades y a actuar con misericordia. Ayudar al pobre, entonces, no es solo dar pan al hambriento, sino también brindar consuelo al triste, orientación al confundido y compañía al que se siente abandonado.
En medio de situaciones adversas debemos mostrarnos como personas piadosas que en realidad han conocido al Señor, por consiguiente debemos practicar la generosidad. Por lo cual, tenemos enfrente dos tipos de personas pobres, el que no tiene dinero para comprar alimentos y aquel pobre que lo es espiritualmente, mentalmente, en el conocimiento y en la esperanza.
Al ejercitar la generosidad, reflejamos el carácter mismo de Dios, quien no escatimó en entregar a su propio Hijo por amor a nosotros. Cada acto de bondad es una oportunidad de testificar de Cristo con nuestras acciones. No se trata de un simple gesto humano, sino de una obra inspirada por el Espíritu Santo que fortalece la fe de quienes dan y quienes reciben.
Hay varios puntos que podemos tomar en consideración respecto al pobre y su situación:
- El que piensa en el pobre confía en Dios, dispuesto a dar parte de sus recursos
- El que piensa en el pobre da no para que los demás lo sepan, sino para que esa persona esté bien
- El que piensa en el pobre tiene un corazón generoso porque reconoce que todo lo que tiene pertenece a Dios
- El que piensa en el pobre da sin pensar en recibir nada a cambio
- El que piensa en el pobre da sin pensar si alguna vez le han ayudado o no
Jesús también habló sobre el dar:
A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
Lucas 6:30
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Mateo 19:21
Estas palabras de Jesús muestran que el dar no es una acción opcional o secundaria, sino una condición para alcanzar una vida más plena en Dios. El mismo Cristo enseñó que hay más bendición en dar que en recibir, porque en el acto de dar se refleja el amor verdadero, libre de intereses egoístas.
Y por último, el apóstol Pablo también dijo algo hoy solemos decir mucho:
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
2 Corintios 9:7
Así que, cuando vayas a dar una ayuda a un necesitado, no pienses en la recompensa que podrías recibir, tampoco lo hagas pensando que vas a tener menos por darle a otro, más bien piensa que es un deber de un buen cristiano extender una mano amiga al que la necesita.
El dar con gozo y sinceridad abre la puerta a la bendición de Dios, porque Él promete cuidar de quienes cuidan a los demás. Cuando piensas en el pobre, en cualquiera de sus formas de necesidad, estás caminando en obediencia y mostrando que tu confianza está en el Señor. Recordemos que la verdadera riqueza no se mide en lo que acumulamos, sino en lo que compartimos. Que cada acto de generosidad sea un reflejo de nuestra fe, y que podamos ser instrumentos de Dios para llevar esperanza a los corazones necesitados.