Cuando hablamos de una oración contestada, nos referimos a que llegó el momento en que Dios contestó tu oración, no desesperaste, que por más que sufriste Dios te escuchó.
La oración es uno de los actos más importantes en la vida cristiana. Es el medio por el cual nos acercamos a Dios con nuestras cargas, nuestras alegrías y también con nuestras dudas. Muchas veces oramos esperando una respuesta inmediata, pero la realidad es que Dios actúa conforme a Su voluntad y en el tiempo que Él determina. Esa espera no es pérdida, sino parte de Su plan perfecto que nos enseña a depender de Él.
También podemos ver el ejemplo de muchas personas que han durado muchos años orando a Dios, poniendo peticiones de alguna cosa que necesitan en sus vidas. Pero todo llega a su tiempo.
A lo largo de la historia bíblica vemos personajes que esperaron años por una respuesta. Abraham esperó por la promesa de un hijo, Ana clamó por Samuel con lágrimas durante mucho tiempo, y el pueblo de Israel pasó siglos esperando al Mesías. Estos ejemplos nos muestran que la demora de Dios no significa olvido, sino preparación para algo mayor. El Señor está formando nuestro carácter, nuestra fe y nuestra paciencia mientras aguardamos.
Las necesidades que tienen las personas, los llevan a que la desesperación tome el primer lugar, pero algo que debemos tener en cuenta es que, Dios nunca llega tarde, pero tampoco te responderá en el momento que tú estás pidiendo. Él responderá en Su momento y bajo Su voluntad. Todo tiene su tiempo.
Cuando nos encontramos en medio de la desesperación, corremos el riesgo de perder de vista las promesas de Dios. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que Sus tiempos son perfectos. Lo que a nuestros ojos parece una demora, para Dios es el instante preciso para obrar. Él sabe cuándo abrir puertas, cuándo cerrarlas y cuándo enseñarnos a esperar con paciencia y confianza.
Tengamos algo en cuenta, no podemos depositar solo nuestras necesidades delante de Dios, sino que ante todo lo principal es, decir «oh, Señor delante de Ti estoy, fortalece mi espíritu y dame nuevas fuerzas para poder soportar las pruebas y poder esperar Tu respuesta de pie».
La oración no es únicamente una lista de peticiones, sino un diálogo con nuestro Padre celestial. Presentar nuestro corazón delante de Él, pedir fortaleza, sabiduría y paz, es tan importante como pedir soluciones a nuestros problemas. De hecho, muchas veces la primera respuesta que Dios nos da no es cambiar la situación, sino darnos la fuerza necesaria para atravesarla sin perder la fe.
Por eso en el libro de los salmos nos encontramos con un versículo que nos indica qué debemos hacer ante todas estas dificultades. Dice lo siguiente:
Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.Salmos 91:15
En esto Dios le está hablando al autor de este libro, pues le dice claramente que le responderá cuando Él sea invocado, es decir, Dios responderá nuestros clamores, por eso antes que todo debemos buscar de Su poder y de Su presencia.
El Señor promete estar con nosotros en medio de la angustia. No dice que no tendremos problemas, sino que en ellos nos acompañará. Esta es la gran seguridad del creyente: que no caminamos solos, que cada lágrima es recogida por Dios y que cada oración sincera llega a Su presencia como olor grato.
Acerca de las dificultades, Dios contestará tu oración en el momento indicado, para eso debemos estar preparados. Pero ten algo seguro: Dios contestará tu oración.
La preparación consiste en tener un corazón firme en la fe, confiado en la Palabra y dispuesto a aceptar la voluntad divina, incluso si esta no coincide con nuestros planes. A veces la respuesta de Dios es “sí”, otras veces es “espera” y en algunos casos es “no”, pero todas ellas están llenas de amor y de sabiduría para nuestro bien.
Así que, Dios está dispuesto a contestar tu oración, no importa los años que tengas, las oraciones no tienen caducidad delante de Dios. Dios te responderá y te ayudará en tu momento más difícil. Créelo y así será, solo debes esperar en Él.
Confiar en que Dios escucha y responde nos da paz en medio de la tormenta. No olvides que cada oración es un acto de fe que abre la puerta a lo sobrenatural. La respuesta llegará, tal vez no cuando lo imagines, pero llegará en el momento perfecto, y cuando lo haga, podrás reconocer que fue la mejor respuesta que pudiste recibir.