En la ley del Señor debemos andar, porque estando bajo su ley seremos obedientes a Él y haremos lo que a nuestro Dios le agrada.
Todo ser creado por Dios debe andar en su ley de día y de noche, practicar todo lo que Dios nos ha puesto. Recordemos que es mejor ser obedientes que ofrecer sacrificios sin obediencia.
Por eso es bueno que andemos bajo la guía de Dios, porque estando bajo su guía podremos caminar conforme a su voluntad divina.
En pos de Jehová vuestro Dios andaréis;
a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz,
a él serviréis, y a él seguiréis.Deuteronomio 13:4
Tal como nos dice este verso, andemos bajo Su ley, ya que este es uno de los mandamientos que el Señor ha puesto delante de nosotros para que cumplamos todo lo que está escrito en Su Palabra Santa y verdadera, por eso es bueno que estemos atentos y escuchemos su voz.
Si escuchamos la voz de nuestro Dios altísimo no seremos engañados y podremos llevar su ley recta y cada día moraremos bajo su poder y su guía.
No hay otra cosa mejor que ser guiados por Aquel que nos creó, que nos dio luz en medio de las tinieblas, Aquel que endereza nuestro pasos. Este es nuestro Dios, seamos obedientes, caminemos bajo su propósito, porque si hacemos todas estas cosas que Él ha mandado, seremos personas sabias y obedientes a la ley del Señor. Glorifica al Señor por esta su ley.
La importancia de caminar bajo la ley de Dios
Caminar bajo la ley de Dios no significa vivir en esclavitud, sino en verdadera libertad, pues su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Cuando nos dejamos guiar por sus mandamientos, evitamos caer en caminos de perdición y en decisiones que puedan apartarnos de su voluntad. Así, vivir conforme a la ley del Señor trae orden, paz y dirección a cada área de nuestra vida.
Los mandamientos del Señor son un reflejo de su amor, ya que cada instrucción que nos da es para nuestro beneficio. Dios no busca limitarnos, sino protegernos del mal. De esta manera, obedecer su ley es la muestra más clara de confianza y gratitud hacia nuestro Creador.
Obediencia mejor que sacrificio
La Biblia nos enseña que la obediencia es más importante que cualquier sacrificio externo. Muchos pueden aparentar espiritualidad a través de rituales, pero si no hay obediencia sincera, esos actos carecen de valor. Cuando decidimos poner en práctica la Palabra, nos convertimos en testigos vivos del poder de Dios, mostrando con nuestro ejemplo lo que significa caminar bajo su ley.
La obediencia, además, trae consigo bendiciones. El Señor promete prosperidad, cuidado y protección a quienes guardan sus estatutos. No se trata solo de cumplir mandamientos por obligación, sino de hacerlo con amor y devoción, reconociendo que todo lo que Dios nos ordena es para nuestro bien.
Escuchar la voz de Dios cada día
Vivir bajo la ley del Señor implica también estar atentos a su voz. La Palabra nos recuerda que sus ovejas escuchan su voz y le siguen, porque reconocen al buen Pastor. Si cultivamos una vida de oración y lectura constante de la Biblia, tendremos la sensibilidad espiritual necesaria para identificar su dirección en nuestras decisiones diarias.
Cuando dejamos de escuchar la voz de Dios, corremos el riesgo de seguir nuestras propias pasiones o dejarnos engañar por falsas enseñanzas. Sin embargo, aquel que guarda la Palabra permanece firme, porque sabe que el Señor es fiel y no permitirá que seamos confundidos. Por eso, escuchar su voz es vital para mantenernos firmes en la fe.
Conclusión
La ley del Señor es vida, guía y esperanza para quienes deciden caminar bajo ella. No hay mayor bendición que ser dirigidos por nuestro Dios, obedeciendo sus mandamientos y permaneciendo bajo su voluntad. Recordemos que no somos sabios en nuestra propia opinión, sino que dependemos totalmente de Aquel que conoce el principio y el fin. Si guardamos su Palabra con sinceridad, seremos fortalecidos en medio de las pruebas y alcanzaremos la verdadera paz que solo proviene del Creador.
Así que andemos bajo la ley de Dios, vivamos conforme a su Palabra y glorifiquemos su nombre con nuestras acciones. Solo así seremos hallados fieles y nuestra vida reflejará la sabiduría y obediencia que el Señor demanda de sus hijos.