Esta pregunta no es fácil de responder en sí, puesto que las personas abandonan las iglesias por distintas situaciones. Pero, antes de continuar, quiero decirles que este articulo no está basado en «cambiar de congregación», sino en «abandonar la fe cristiana», «dejar de ser cristianos» o como muchos dicen «volver» al mundo».
A la pregunta del título de este artículo encontraremos un océano de respuestas. Pero, si fuéramos a contestar por orden de prioridad deberíamos comenzar por «la doctrina». Sí, la gente se va de la iglesia mayormente por problemas doctrinales, porque sienten que en el lugar donde se congregan no se está enseñando la Biblia como debe ser enseñada.
Terminan decepcionados de tener que escuchar cosas que no están la Biblia pero que se predican como si estuvieran en la Biblia y como si la Biblia obligara a los fieles a cumplirlas.
Aunque, la otra cara de la moneda es que hay personas que abandonan la iglesia porque no soportan la doctrina sólida del evangelio que ataca sus pecados y malos hábitos y por eso prefieren vivir una vida fuera de las cosas de Dios.
Otra razón que podemos mencionar es que la gente se va de la iglesia «porque deja de creer en Dios». Muchas personas en todo el mundo han pasado por ciertas pruebas de enfermedad, de una mala economía , entre otros problemas graves que pueden ocurrir y han sentido que la mano de Dios no ha estado con ellos, y esto también se puede deber a una mala doctrina sobre quién es Dios.
De esto podemos decir que, no debes abandonar la iglesia por problemas doctrinales, lo mejor que podrías hacer es marcharte a otra congregación donde sí se predique el Evangelio de Cristo, pero nunca debes mirar como una opción dejar de servir a Dios.
Y en segunda instancia, no podemos obligar a que nadie crea en Dios, solo nos resta orar por esas personas y según tengamos la oportunidad conversar con ellos.
Entendamos que, la iglesia de Cristo no es perfecta, la iglesia del Señor tiene fallas, errores, defectos, pero es la iglesia del Señor. No nos decepciones de la iglesia, tratemos de sobrellevarnos y construir sobre la roca que es Cristo.
Es importante recordar que la iglesia es una comunidad de creyentes y, como toda comunidad humana, está compuesta por personas imperfectas. Muchas veces las decepciones que surgen dentro de ella tienen que ver con el trato entre hermanos, los malos entendidos o incluso actitudes de orgullo. Sin embargo, estos aspectos no deben ser motivo suficiente para apartarnos de la fe, pues nuestra mirada no debe estar en los hombres sino en Jesucristo.
La Biblia nos enseña que, aunque tropezamos, debemos levantarnos y perseverar. El apóstol Pablo mismo exhortaba a no dejar de congregarse, porque sabía que en medio de las luchas y debilidades la comunión con otros creyentes fortalece nuestra fe y nos permite seguir adelante. Cuando decidimos dejar la iglesia, también perdemos la oportunidad de ser edificados y de edificar a otros, lo cual es parte del plan de Dios para nosotros.
Otro punto a considerar es que muchas veces quienes se apartan lo hacen porque nunca lograron tener una relación personal con Dios, sino que se limitaron a vivir una fe de costumbre o tradición. Una fe superficial fácilmente se derrumba frente a las pruebas, pero una fe cimentada en Cristo permanece firme aun en medio de la tormenta. Por eso, en lugar de abandonar, debemos profundizar en la lectura de la Palabra, en la oración y en la búsqueda genuina de Dios.
Asimismo, debemos entender que los problemas, enfermedades o crisis económicas no son señal de que Dios nos ha abandonado. La Biblia nos enseña que en el mundo tendremos aflicciones, pero también nos recuerda que Jesús ha vencido al mundo. En esas etapas difíciles, en vez de alejarnos, lo más sabio es acercarnos más a Dios, porque solo en Él encontraremos la paz y la fuerza para resistir.
Finalmente, como creyentes tenemos la responsabilidad de acompañar a los que se debilitan en la fe. No se trata de juzgar ni señalar, sino de extender una mano de amor y mostrar el carácter de Cristo con nuestras acciones. Una palabra de ánimo, una visita o una simple oración pueden ser de gran ayuda para aquel que está al borde de abandonar la iglesia.
En conclusión, hay muchas razones por las cuales las personas dejan la iglesia, pero ninguna de ellas justifica apartarse de Dios. Los problemas doctrinales pueden resolverse buscando un lugar donde se predique la verdad, las pruebas pueden superarse confiando en la gracia de Cristo y las decepciones humanas deben mirarse con misericordia, recordando que todos estamos en proceso. Permanecer firmes en el Señor siempre será la mejor decisión, porque solo en Él hallamos vida eterna.