Claman los justos, y Jehová oye

Los siervos de Dios siempre están atentos a buscar del Señor día a día, estos siempre están acercándose diariamente a Dios, clamando a Él para que les cuide, les guarde y fortalezca sus vidas.

Por eso este verso nos dice claramente que el Señor escucha a los justos, y es que todo aquel que ama y practica la justicia, cuando clama a Dios, lo hace por una causa justa, de corazón, con humildad y paciencia y es por esto que Dios oye a sus hijos, porque este clamor lo hacen pidiendo que se haga la voluntad de Dios.

Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.

Salmos 34:17

Dios libra a sus justos de todas sus angustias, les guarda y les bendice con su palabra, les exalta y permite que Su gracia sobreabunde en cada una de sus vidas, confiemos a Dios todo el tiempo, Él es siempre nuestra protección y el que nos sostiene en todos los momentos de aflicción.

Por esta razón Dios no rechaza la oración de todos aquellos que andan rectos delante de Él, les contesta en su tiempo y ellos no desesperan, porque ellos conocen que el tiempo de Dios es perfecto y es por eso es que confían plenamente en Dios.

Así que todos los fieles y aquellos que no lo son, busquen del Señor y tengan paciencia en todo lo que pidan, y sigan fieles esperando a la promesa de Dios porque Él llegará en el momento indicado. Dios se agrada de las personas que confían en Él con todo su corazón.

Este pasaje bíblico nos enseña la importancia de mantener una vida de oración constante. El justo no se acerca a Dios únicamente en los momentos de dificultad, sino que establece una relación diaria en la cual se fortalece espiritualmente. La oración se convierte en un canal de comunicación que abre el corazón del creyente a la presencia de Dios y le permite experimentar paz en medio de las tormentas.

Cuando la Biblia afirma que Jehová oye a los justos, no significa que los problemas desaparezcan de inmediato, sino que en medio de la dificultad Dios responde con consuelo, dirección y fortaleza. Las angustias pueden ser muchas, pero la promesa es clara: el Señor libra, acompaña y provee la salida en el momento oportuno.

En la vida diaria, este principio se aplica a cada situación que enfrentamos. Un cristiano puede pasar por enfermedades, crisis familiares o pruebas financieras, pero al clamar al Señor tiene la seguridad de que no está solo. Dios responde de acuerdo con Su perfecta voluntad, que siempre busca nuestro bien aunque a veces no lo comprendamos en el momento.

El mundo ofrece soluciones pasajeras a las angustias, pero el creyente encuentra en Dios una salida eterna. Por eso, es fundamental que quienes aman al Señor aprendan a esperar pacientemente en Él. La espera no es en vano, pues fortalece la fe, moldea el carácter y prepara el corazón para recibir la bendición en el tiempo correcto.

Muchos creyentes pueden testificar que en sus momentos más oscuros, cuando clamaron a Dios con sinceridad, recibieron respuestas sorprendentes. A veces no fue la solución inmediata de sus problemas, sino la paz interior que sobrepasa todo entendimiento, lo que les permitió continuar firmes hasta ver el cumplimiento de la promesa divina.

Debemos recordar que Dios no es indiferente al clamor de Sus hijos. Él escucha con atención cada palabra, cada lágrima y cada suspiro que sale de un corazón contrito. A diferencia de los hombres, que pueden cansarse de escuchar, el Señor se complace en que nos acerquemos una y otra vez con fe y confianza.

Por lo tanto, este verso es una invitación para que no dejemos la oración como último recurso, sino como el primer paso en toda circunstancia. Al orar, reconocemos que nuestra dependencia está en Dios y no en nuestras fuerzas. Él es nuestro refugio y nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

Conclusión

El mensaje de Salmos 34:17 nos recuerda que la oración del justo es poderosa y eficaz. Dios no desampara a quienes se mantienen en Sus caminos, sino que les escucha y libra de sus angustias en el momento preciso. Por eso, seamos constantes en la oración, confiemos en la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial y tengamos la certeza de que Su respuesta siempre traerá paz y bendición a nuestras vidas.

Porque Tú, oh Señor, bendices al justo, con un escudo
Firmeza, fortaleza y confianza en el Señor