Como hijos del altísimo Dios grande y verdadero, no debemos temer a lo que quiera hacer el que está contra nosotros. No olvidemos que nuestro Dios está todo el tiempo con nosotros.
En la vida diaria enfrentamos momentos de incertidumbre, pruebas y situaciones que parecen estar fuera de nuestro control. Sin embargo, la confianza que tenemos en el Señor nos recuerda que no estamos solos en medio de las dificultades. Él es nuestro protector y nos acompaña en cada paso, dándonos la certeza de que, aunque vengan adversidades, podemos permanecer firmes bajo su sombra.
Donde quiera que estemos ahí está Él, para socorrernos y darnos fuerzas y esperanzas, para que nos sintamos seguros en sus caminos. Dios no se aleja de nosotros, Él permanece firme ante su palabra y promesa.
Esto significa que aun en los momentos de más profunda soledad o angustia, el creyente puede aferrarse a la promesa de que Dios está presente. Su fidelidad no depende de las circunstancias, sino de su carácter eterno. Esta es una verdad que nos brinda paz y seguridad, porque aunque el mundo nos dé la espalda, el Señor nunca abandona a sus hijos.
Donde quiera que te encuentras siéntete seguro porque Tu Dios no te abandona, Dios te ayuda a caminar por caminos de peligro y nada de lo que existe en aquella oscuridad te tocará, ni te hará caer en un hueco, porque Dios está contigo, en medio de la oscuridad será tu luz.
Caminar con Dios implica tener confianza en que Él guía nuestros pasos y nos libra de tropiezos. Muchas veces el temor viene cuando no vemos claramente el futuro, pero la fe nos recuerda que el Señor ilumina nuestro sendero. No hay oscuridad tan densa que pueda opacar la luz de Cristo, pues Él mismo es la lámpara que alumbra nuestra vida y el escudo que nos protege.
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.Salmos 91:1
Ante el Señor corren los demonios, alumbra la oscuridad con su luz y el mal se va porque ante Él todos temen y tiemblan. Su poder sobrepasa todo entendimiento, porque todo fue hecho por Él.
El poder de Dios es incomparable, y cuando decidimos habitar bajo su abrigo, reconocemos que solo en Él encontramos verdadera seguridad. El mundo ofrece falsas seguridades, pero nada se compara con la fortaleza y la paz que provienen del Señor. Esta convicción nos ayuda a vivir sin miedo, sabiendo que todo lo creado está bajo su autoridad y dominio.
Al único que debemos temer es a Dios, Él es nuestro refugio y abrigo, bajo su sobra moramos para estar más que seguros bajo sus alas. Ahora bien, si no estamos en el camino correcto del Señor, todo lo que el maligno envía nos tocará, por no estar bajo su cobertura.
Por eso, es vital permanecer en comunión con el Señor y no apartarnos de sus mandamientos. El temor de Dios nos lleva a obedecerle, a confiar plenamente en sus promesas y a mantenernos bajo su protección. Cuando vivimos de acuerdo con su voluntad, disfrutamos de esa paz que sobrepasa todo entendimiento y somos guardados de los ataques del enemigo.
Bajo Sus alas se esconde hoy nuestra alma, ya no hay de qué temer, porque estamos seguros en nuestro Amado Señor, en este camino no andaremos con temor de nada.
Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.Salmos 91:4
La imagen del salmista es clara y poderosa: como un ave protege a sus polluelos con sus alas, así el Señor protege a los que confían en Él. Su verdad se convierte en un escudo frente a las mentiras del enemigo, y su amor es el refugio seguro donde podemos descansar. Esto nos enseña que nuestra vida no debe estar marcada por el miedo, sino por la fe y la confianza en el Dios Todopoderoso.
En conclusión, el Salmo 91 nos recuerda que estar bajo la cobertura de Dios es lo mejor que nos puede suceder. El que habita en su presencia no necesita temer, porque cuenta con la seguridad de un Padre fiel que nunca falla. Por lo tanto, vivamos confiados en que el Altísimo es nuestro amparo, fortaleza y refugio eterno, y en Él siempre estaremos seguros.