Si escuchas la voz de Jehová tu Dios, Él salvará tu alma

Cada día debemos buscar la forma de acercarnos a Dios, porque si le buscamos a Él y escuchamos su voz, seremos salvos por Él. Dios es quien nos muestra el mejor camino, Él es quien nos muestra el mejor camino.

Dios es el salvador de nuestras almas, por eso no debemos rechazarle. Dios conoce todo de toda su creación, estemos atentos a su llamado y no dudemos, porque si Él nos llama es porque nos quiere salvar del peligro que nos asedia.

Es importante que día a día escuchemos su dulce voz, recuerda que Dios es tu protección, el que salvará tu alma de las garras del maligno.

No tengas miedo a la hora del llamado de Dios, porque esa voz que escuchas no te hará daño porque es la dulce y poderosa voz de Dios que te llama para salvarte de los que te quieren hacer daño.

A veces estamos andando en un camino errado y Dios está viendo que por ese camino podemos caer al vacío, entonces Él viene y nos llama y nos advierte del peligro y nos muestra el camino donde tendremos salvación y vida eterna, porque Él nos cubrirá con sus manos y nos sostendrá y te librará de todos los que vienen a hacernos daño.

Debemos confiar en Dios a plenitud, porque cumple lo que promete. Acércate a Él, pon toda tu confianza en Él y no estarás inseguro porque Dios será tu protector y ayudador, tus fuerzas no vienen de ti, sino de Dios que te guarda cada día, Él es aquel que tiene misericordia de ti.

Un Dios soberano que no rechaza la oración ni el clamor de aquel que le busca de corazón, por eso ¡oh Dios!, responderé a tu llamado.

Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma;
y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.

Isaías 55:3

Si inclinas tus oídos para escuchar a tu Dios, entonces vivirás, porque a veces Dios tiene una advertencia para nosotros sus hijos, pero si ignoramos su voz podemos ser destruidoS por no escuchar la voz de Aquel que conoce y creó todo.

En aquel tiempo Dios le hacía un llamado al pueblo de Israel para que inclinara su oído a Dios, ya que el pueblo tenia muchos enemigos a su paso. Pero en ocasiones el pueblo ignoraba a Dios y entonces venían sus enemigos y les vencían por no obedecer a Dios.

Por eso es bueno que estemos atentos al llamado de Dios, que inclinemos nuestros oídos para poder escuchar la dulce voz salvadora de nuestro Dios. Dios hace esto con nosotros es porque Él nos ama y quiere guardarnos, así que escuchemos su voz.

Cuando nos acercamos a Dios, nuestro corazón se llena de paz, porque su presencia disipa todo temor. El enemigo querrá susurrar dudas a nuestra mente, pero la voz de Dios trae seguridad y esperanza. Escucharle es como encontrar un refugio en medio de la tormenta. Es por eso que debemos cultivar una relación diaria con Él a través de la oración, la lectura de la Biblia y la obediencia.

El llamado de Dios no siempre será fácil de seguir, muchas veces nos pedirá dejar cosas que nos apartan de su voluntad. Sin embargo, debemos recordar que cada instrucción de Dios tiene un propósito mayor: protegernos y guiarnos a la vida eterna. Así como un padre guía a su hijo lejos del peligro, así mismo nuestro Padre Celestial nos advierte y nos redirige al camino correcto.

Escuchar la voz de Dios también significa ponerla en práctica. No basta con oír, debemos obedecer. El apóstol Santiago nos recuerda que debemos ser hacedores de la Palabra y no solamente oidores. Cuando obedecemos al Señor, estamos demostrando nuestra fe y confianza en Él, y esto trae bendición sobre nuestras vidas.

En la actualidad, con tantas distracciones, es fácil dejar de lado la voz de Dios. El ruido del mundo, las preocupaciones diarias y la búsqueda del éxito pueden alejarnos de lo más importante: nuestra comunión con Dios. Pero es precisamente en medio de esas distracciones donde debemos aprender a detenernos y buscar su dirección. Un corazón sensible al Espíritu Santo podrá discernir la voz de Dios aun en medio del ruido.

La historia del pueblo de Israel nos sirve como recordatorio. Cuando obedecían, Dios les daba victoria y prosperidad, pero cuando se alejaban de su voz, sufrían derrotas y esclavitud. Esa enseñanza sigue siendo válida hoy: nuestra vida depende de cuánto estamos dispuestos a escuchar y obedecer a nuestro Señor.

Escuchar la voz de Dios no solo trae protección, sino también propósito. Él nos llama para darnos una vida con sentido, para mostrarnos el camino de la verdad y para que podamos ser luz en medio de un mundo lleno de oscuridad. Al responder a su llamado, no solo somos transformados nosotros, sino que también podemos bendecir a otros con el testimonio de nuestra fe.

En conclusión, cada día es una oportunidad para escuchar la voz de Dios y acercarnos más a Él. Su llamado no es de condenación, sino de amor y salvación. Ignorar su voz es caminar hacia el vacío, pero obedecerle es andar en vida y en bendición. Que podamos ser sensibles a su dirección, dispuestos a obedecer y firmes en nuestra fe, confiando en que Dios siempre quiere lo mejor para nosotros.

Renovados por su presencia
Corramos con paciencia