Beneficios de la blanda respuesta

Hablar es una de las capacidades más grandes que Dios le dio al ser humano, y con ello tenemos la responsabilidad de usar las palabras para edificar y no para destruir. A lo largo de la historia, la Biblia nos recuerda el poder de la lengua, y cuán importante es dominarla para que no se convierta en un arma que hiere a quienes nos rodean. No es casualidad que en el libro de Proverbios encontremos tantas enseñanzas sobre la forma correcta de hablar y la diferencia que existe entre la blanda respuesta y las palabras ásperas.

Esto de hablar sin pensar pasa muy a menudo, las personas con sus palabras ásperas, atienden a ofender a los demás sin importar el daño que ocasionan a su prójimo.

Las personas que actúan con paciencia atienden a comportarse de forma correcta ante los demás, dando ejemplo hacia los otros, para que ellos puedan practicar lo mismo.

La blanda respuesta quita la ira;
Mas la palabra áspera hace subir el furor.

Proverbios 15:1

Una persona con blanda respuesta aplaca la ira de los demás, pero todo aquel que tiene su palabra áspera atiende a comportarse de forma muy incorrecta, y esto provoca en ellos enojo y contiendas, lo que hace daño a las personas.

Si analizamos bien, las palabras tienen la capacidad de calmar una situación difícil o de encender un fuego imposible de apagar. Cuando respondemos con amabilidad, incluso en medio de una provocación, damos un testimonio de madurez y amor que puede cambiar por completo el ambiente. Sin embargo, cuando respondemos con gritos o insultos, lo único que logramos es que la situación empeore y que las relaciones se rompan. La Biblia nos invita a ser pacificadores, a procurar siempre la paz en lugar de la división.

La gente día a día va de mal en peor, pero ¿quién es que provoca que estas cosas pasen?, pues satanás, él aprovecha que las personas estén enojadas para hacer de ellas lo que él quiera.

El proverbista mencionaba cada una de las cosas con la cuales se encontraba: Personas que se enojaban de cualquier cosa, otros tenían varias formas de cómo actuar hacia los demás.

La lengua de los sabios adornará la sabiduría;
Mas la boca de los necios hablará sandeces.

Proverbios 15:2

Este es el beneficio de la blanda respuesta, si actuamos con sabiduría de lo alto, y seguimos practicando la buena obra del Señor, entonces podremos resolver cualquier tipo de situación. Un hombre sabio es entendido y escucha la voz del Señor para poder seguir hacia adelante, mas el hombre necio y con palabras ásperas insulta, busca problemas, y vive cuestionando lo que el hombre sabio y obediente dice. Por eso es bueno que seas sabio y dejes el enojo y practiques lo bueno, y te irá bien todos los días.

La sabiduría no se mide por la cantidad de conocimiento que tengamos, sino por cómo usamos ese conocimiento en nuestra vida diaria. La lengua del sabio refleja prudencia, dominio propio y paciencia, cualidades que Dios desea que cultivemos. Por otro lado, el necio habla sin pensar, sin medir las consecuencias de sus palabras, y al final queda en ridículo porque su hablar solo produce división y vergüenza. En la vida cristiana, no solo basta con orar o leer la Biblia, sino que también debemos mostrar con nuestras palabras que Cristo reina en nuestro corazón.

Es interesante notar que Jesús mismo nos enseñó que de la abundancia del corazón habla la boca. Esto significa que nuestras palabras reflejan lo que hay dentro de nosotros: si hay paz, paciencia y amor, entonces hablaremos palabras de vida; pero si hay rencor, enojo y orgullo, entonces lo que diremos será dañino. La transformación verdadera viene cuando dejamos que el Espíritu Santo moldee nuestro interior, para que cada palabra que salga de nuestra boca sea de bendición.

En la vida cotidiana tenemos muchos ejemplos donde poner en práctica este principio. En el hogar, un padre o una madre puede edificar la vida de sus hijos con palabras de ánimo, o destruirlos con palabras de crítica y rechazo. En el trabajo, un jefe puede motivar a su equipo con un lenguaje respetuoso, o desanimarlos con palabras duras e injustas. En la iglesia, los hermanos pueden construir la unidad con palabras de apoyo, o romperla con chismes y murmuraciones. Todo esto nos demuestra que cada palabra cuenta.

Conclusión: La lengua es un arma poderosa, capaz de dar vida o de herir profundamente. La Biblia nos enseña a escoger sabiamente nuestras palabras y a responder con mansedumbre, porque así damos gloria a Dios y mostramos su amor al mundo. Que podamos pedir cada día la dirección del Señor para hablar con sabiduría, y recordar que una blanda respuesta siempre será más fuerte que mil palabras ásperas. De esa manera, viviremos en paz con los demás y seremos un reflejo del carácter de Cristo.

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