Guarda tu corazón

Debemos tener en cuenta algo muy importante y es que, nuestros corazones deben estar puestos en las manos del Señor, pidiéndole a Él que nos ayude a soportar, a ser fieles, a andar en integridad y respetar sus estatutos. El corazón es el centro de nuestras emociones, pensamientos y decisiones, y por eso debe estar bajo la dirección de Dios. Cuando lo entregamos al Señor, Él lo limpia, lo fortalece y lo guía para que podamos vivir en obediencia y fidelidad. No basta con tener buenas intenciones; necesitamos la gracia de Dios para perseverar en un mundo lleno de tentaciones y distracciones.

Si cada día guardamos las palabras de Dios en nuestros corazones, estaríamos bien de no caer en dichas infracciones las cuales no son del agrado de Dios, porque un hombre fuera de los caminos de Dios está perdido. La Palabra es como un faro que ilumina el camino oscuro, un escudo que protege contra los ataques del enemigo, y un espejo que nos muestra nuestra verdadera condición. Guardar la Palabra no significa solo memorizarla, sino obedecerla y aplicarla a cada área de nuestra vida. Así nos mantenemos firmes, aún cuando los vientos de prueba soplen fuerte.

El hombre que deja los caminos de Dios vaga sin rumbo y sin dirección, el enemigo hace con él lo que él quiera, lo pone a robar, matar, destruir, y a pecar de otras maneras. Esto nos recuerda lo que Jesús dijo en Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Cuando el corazón se aleja del Señor, fácilmente se convierte en presa del adversario, pero cuando permanece en Dios, encuentra seguridad, paz y propósito.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.

Proverbios 4:23

El que guarda su corazón del mal y guarda la palabra de Dios en su corazón, este se libra de practicar el mal, porque cuando tu corazón está fuera de hacer el bien, pues satanás viene y toma posesión, él ataca y busca la forma de cómo usarte, y cuando ve que ya no das para más, te destruye. Por eso la Biblia nos exhorta a guardar el corazón, porque es la fuente de nuestras decisiones, y de él fluye la vida o la muerte. Si lo entregamos a Dios, producirá frutos de justicia; si lo dejamos abierto al pecado, dará frutos de corrupción.

Aparta de ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

Proverbios 4:24

El proverbista sabía por qué decía estos versos, pues en todos los tiempos han existido todo tipo de personas, las cuales de su boca y de sus corazones salen palabras perversas. Por eso nos aconseja que quitemos de nosotros todas las palabras de perversidad, y todo lo que se llame mentira e iniquidad, porque Dios no se agrada de estas cosas. Recordemos que de la abundancia del corazón habla la boca, y si Cristo está en nuestro corazón, nuestras palabras reflejarán amor, verdad y gracia. Un corazón limpio produce labios limpios; un corazón contaminado, labios contaminados.

Tus ojos miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

Proverbios 4:25

¿Y quién es lo recto? Este es Dios, el cual nos da la luz en medio de la oscuridad, nos muestra sus sendas, sus caminos son rectos, y sus ovejas pastorea para que no vayan por mal camino. Confiemos en Él y guardemos sus palabras dentro de nuestros corazones, para que así el enemigo no tenga oportunidad de hacernos daño, ni de sacarnos de los caminos rectos de Dios. Mantener la mirada en lo recto implica enfocarnos en Cristo, no en el mundo. Significa no desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, sino caminar con firmeza hacia la meta que es la vida eterna.

Amados hermanos, guardar el corazón es una tarea diaria. No se logra en un solo día, sino en una vida de disciplina espiritual, oración, lectura bíblica y obediencia constante. El corazón humano es engañoso y fácilmente se inclina al mal, pero bajo la dirección del Espíritu Santo puede ser renovado y transformado. Que cada día podamos decir como el salmista: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24). Solo así viviremos seguros, porque nuestra vida estará guardada en Cristo Jesús.

El buen pastor
Lo he perdido todo por Cristo