Predica el evangelio

El mensaje del evangelio debe ser un himno resonante en los labios de todo aquel que profesa ser cristiano, ya que este es el mensaje que se nos ha encomendado presentar a los hombres, y esto se debe a que no hay otra exposición más intrigante y apasionada que el evangelio. El evangelio no es solo un tema de conversación religiosa; es la esencia de la fe cristiana y el fundamento sobre el cual se sostiene la iglesia. Es el anuncio glorioso de que Dios, en su infinita misericordia, ha provisto salvación para todo aquel que cree.

Creo firmemente en que ningún mensaje pueda convencer más a un alma del pecado que el evangelio. Podemos hablar de lo doloroso que será el infierno, podemos hablar de sanidades y milagros, podemos hablar de prosperidad, podemos hablar de un millón de cosas, pero todo eso se desvanece frente al mensaje del evangelio. Las demás enseñanzas pueden tener su lugar, pero ninguna transforma tan profundamente como la noticia de que Cristo murió y resucitó para reconciliarnos con Dios. El evangelio va directo al corazón humano, lo confronta con la realidad del pecado, pero al mismo tiempo le ofrece la esperanza del perdón y la vida eterna.

La Biblia dice que el evangelio es una noticia, pero no cualquier noticia, sino una buena noticia, buenas nuevas de salvación. Y la iglesia de hoy en día tiene que traer de vuelta a sus púlpitos este mensaje, puesto que es la esencia de la iglesia. Si esto no se predica en las iglesias, entonces estamos perdiendo el tiempo. Podemos llenar auditorios, organizar eventos masivos y producir todo tipo de actividades, pero si el evangelio no está en el centro, todo carece de valor eterno. El apóstol Pablo mismo decía: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” porque entendía que esa era la misión principal de la iglesia.

15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Marcos 16:15-16

Jesús dijo que tenemos que predicar este mensaje, ¿lo estamos haciendo? ¿hemos encontrado un mejor mensaje por el cual sustituirlo? Vuelvo y digo, no existe un mensaje mejor, no existe un mensaje más convincente. Este es el verdadero mensaje, estas son las buenas nuevas y debemos llevarlas a la humanidad para que puedan ser salvos. El mandato de Cristo no fue opcional, fue un envío. La Gran Comisión sigue vigente, y cada creyente es un embajador de Cristo llamado a compartir la esperanza del evangelio con un mundo desesperado.

Predicar el evangelio no es tarea exclusiva de pastores o evangelistas reconocidos, sino de cada discípulo de Jesús. En nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestras comunidades, tenemos oportunidades diarias de reflejar a Cristo con nuestras palabras y acciones. El evangelio no solo se anuncia desde un púlpito, también se predica en una conversación sincera, en un acto de amor, en una palabra de aliento y en el testimonio fiel de una vida transformada. Cada espacio puede convertirse en un escenario donde Cristo sea proclamado.

Animémonos, y si no estamos predicando este mensaje comencemos a hacerlo, llevándolo por todo el mundo, incluyendo nuestras redes sociales, pero hagámoslo. Contemos a los hombres cuán bueno es nuestro Dios y que en este mundo no existe nada que nos dé más satisfacción que pertenecer a Dios. Vivimos en tiempos donde la comunicación puede llegar a cualquier rincón del planeta en segundos; usemos esos medios para difundir lo que realmente importa: que Cristo salva. No nos avergoncemos del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Que nuestra vida entera sea un eco constante de esta buena noticia, hasta que el mundo entero conozca al Salvador.

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