La Palabra de Dios siempre ha sido un refugio para quienes atraviesan momentos de dificultad. El salmista David, en medio de sus pruebas, dejó plasmadas palabras que hasta hoy nos inspiran y fortalecen. Leer sus salmos es recordar que no estamos solos en la lucha, que existe un Dios que escucha, responde y sostiene a sus hijos en medio de la tormenta. David no fue un hombre perfecto, pero sí fue un hombre conforme al corazón de Dios, que reconocía sus debilidades y buscaba refugio en su Creador. Estas palabras nos animan a confiar de la misma manera, sabiendo que, aunque no todos soportarían las cargas que él enfrentó, Dios siempre estuvo presente para levantarlo y darle nuevas fuerzas.
Es bueno leer estas palabras dichas por el salmista David, que estando en sus momentos difíciles, clamaba a Dios y se recordaba de ese día que pasó. Momentos donde no todo el mundo pudiese soportar, pero a pesar de eso Dios le respondía.
Este hombre confiaba plenamente en Dios, él oraba al Señor y el Señor le respondía, pero eso era porque el salmista David tenía un corazón dispuesto a esperar la voluntad perfecta de Dios. A él no le importaba en la situación la cual se encontraba, sino que ante toda esta prueba él se mantenía firme y Dios le fortalecía.
El día que clamé, me respondiste;
Me fortaleciste con vigor en mi alma.
Salmos 138:3
La confianza de David no era algo superficial; él sabía que en Dios había seguridad y que, aunque fallara, podía acudir con un corazón arrepentido y humillado. En más de una ocasión vemos cómo sus oraciones nacían desde la angustia, pero terminaban en alabanza. Este principio también aplica para nuestras vidas: no importa la condición en la que nos encontremos, si buscamos a Dios con sinceridad, Él es fiel para responder. El Señor no desprecia un corazón contrito y humillado, y esa es la razón por la cual David, aun en medio de sus errores, recibía la misericordia divina.
A pesar de sus desobediencias Dios tenía misericordia de él, porque era un hombre de humildad, de carácter, actuaba conforme a la voluntad de Dios. Y agradecido de Dios por su bondad.
Una cosa pasa y es que Dios se agrada de las personas que glorifican y que exaltan su nombre, y por eso debemos ser agradecidos por la obra milagrosa de Dios, porque toda gloria le pertenece solo a Él. Cuando reconocemos que nuestras victorias y bendiciones provienen de su mano, nuestro corazón se llena de gratitud y reverencia.
Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra,
Porque han oído los dichos de tu boca.
Salmos 138:4
Este versículo nos recuerda que aun los más poderosos deben rendirse ante Dios. Ninguna autoridad terrenal supera la del Señor, y cuando los reyes y gobernantes reconocen su voz, no pueden hacer otra cosa más que exaltarlo. En nuestra vida diaria, este pasaje nos enseña a mantenernos en obediencia y reverencia, entendiendo que la grandeza de Dios trasciende todo poder humano.
Una de las cosas que el ser humano debe tener pendiente cada día es respetar las leyes de Dios, glorificar su nombre y alabarlo por sus maravillas, porque cuando el Señor habla debemos guardar silencio, ya que su palabra es verdad absoluta. Él es quien sustenta el universo y por Él existen todas las cosas. Nada escapa de su control y nada puede compararse con su grandeza.
Y cantarán de los caminos de Jehová,
Porque la gloria de Jehová es grande.
Salmos 138:5
Los caminos del Señor son rectos y justos, aunque muchas veces no los entendamos en el momento. Su gloria es tan grande que incluso lo difícil o lo doloroso tiene un propósito perfecto en nuestras vidas. El creyente que aprende a confiar en esos caminos experimenta paz, porque sabe que Dios siempre tiene el control. Cantar de los caminos de Jehová es una invitación a proclamar sus obras y a vivir confiados en que Él nos guía hacia la victoria.
Es bueno recordar que Dios es el único Salvador, y que sus caminos son perfectos. Él es quien nos ayuda a que nuestras sendas sean seguras. El Señor, que conoce todas las cosas, es grande en misericordia y bondad, y nos enseña cuál es el verdadero gozo. Su presencia nos sostiene en todo momento, y su amor nos recuerda que no estamos solos. Por eso debemos alabar al Rey todopoderoso, darle gracias en todo y mantener un corazón agradecido, porque Él es digno de toda la honra y gloria.
Conclusión: La experiencia de David en este salmo es un llamado para nosotros hoy. No importa la prueba que estés atravesando, ni cuán grande sea tu debilidad; si clamas al Señor, Él te responderá. Dios se agrada de los corazones agradecidos, de los que confían y exaltan su nombre. Al igual que David, seamos hombres y mujeres que reconocen que la gloria de Dios es grande y que sus caminos son perfectos. Vivamos para glorificarlo, sabiendo que en su presencia siempre encontraremos fortaleza, gozo y esperanza.