Caminaré todos días confiado en el Señor, porque Él es mi ayudador, el que me guarda en mi entrada y en mi salida. Dios es quien me sustentará en los momentos más difíciles de mi vida.
«Él es mi luz y mi salvación y a nada debo temer» decía el Salmista David. Es bueno que entendamos que Dios está con nosotros como poderoso gigante, Él es el que sostiene al afligido de corazón. Dios es quien nos da las fuerzas para que podamos esperar en Él.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.Salmos 27:13
Dios es justo, y se compadece de los afligidos, por eso debemos creer en Él, creer confiadamente en que su bondad y su misericordia estarán con nosotros todos los días de nuestras vidas.
Una cosa pasa y es que mientras más nos acercamos a Él, más confianza tendremos y conoceremos de su gran verdad y poder, y seremos pacientes y esperaremos en Él, porque Él será nuestro guía, y su verdad estará en nuestros corazones.
El salmista David, cada día tenia confiaba más y más en el Señor, debido a que él sabía que solo en Dios podía confiar, porque solo Él le podía ayudar, y que si Él prometía Él cumpliría, esta era la razón por lo cual su confianza estaba depositada en el Señor.
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.Salmos 27:14
Es bueno que cada día nos aferremos a esa fe inconmovible, que creamos en el Señor no importando las pruebas, dificultades, aflicciones, que vengan a nuestras vidas. Dios nos ayudará a soportar todas las pruebas, Él nos sustentará en los momentos malos, como dice en el salmos 23:1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. Creamos en Él y esperemos en el Señor, porque Él llegará a tiempo.
Cuando la Biblia habla de confiar en Dios, no se trata simplemente de una emoción pasajera o de un pensamiento positivo, sino de una certeza basada en su carácter eterno y en sus promesas. Confiar en el Señor es descansar en la seguridad de que Él tiene el control absoluto de todo lo que nos sucede, incluso cuando las circunstancias parecen adversas. El mundo puede ofrecernos inseguridades, preocupaciones y temores, pero en Cristo encontramos una paz que sobrepasa todo entendimiento.
El mismo apóstol Pablo escribió que debemos estar confiados porque «si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Romanos 8:31). Esta verdad nos anima a levantarnos cada día con la convicción de que no caminamos solos, sino que el Dios Todopoderoso nos acompaña. Esto no significa que no enfrentaremos pruebas, sino que en medio de ellas tendremos la certeza de que Dios obra para bien en los que le aman.
Confiar en Dios también implica rendirle nuestras cargas, depositar en sus manos todo aquello que no podemos manejar. Muchas veces nos desgastamos tratando de resolver problemas con nuestras propias fuerzas, olvidando que tenemos un Padre celestial dispuesto a socorrernos. Jesús mismo nos invitó a venir a Él cuando estemos cansados y cargados, prometiendo darnos descanso (Mateo 11:28). Esta invitación sigue vigente para cada creyente que decide caminar con fe y esperanza.
Además, la confianza en el Señor produce frutos visibles en nuestra vida diaria. Nos ayuda a enfrentar las preocupaciones con serenidad, a tomar decisiones con sabiduría y a ser testimonio para otros. Una persona que confía en Dios refleja paz, paciencia y fortaleza, cualidades que el mundo necesita desesperadamente. Así como David pudo enfrentar gigantes, también nosotros, con la ayuda del Señor, podremos vencer los desafíos que se nos presentan.
Recordemos que Dios nunca llega tarde, siempre actúa en el momento correcto. Su tiempo no es el nuestro, y a veces nos parece que la respuesta tarda, pero Él está trabajando en silencio, preparando todo para nuestro bien. Por eso el salmista nos dice: «Aguarda a Jehová». Esta espera no es pasiva, sino activa; es una espera llena de oración, fe y obediencia, confiando en que lo que Dios ha prometido, Él lo cumplirá.
En conclusión, vivir confiados en el Señor no es una opción, sino una necesidad para todo creyente. Él es nuestro refugio seguro, nuestra luz en medio de la oscuridad y nuestra fortaleza en la debilidad. Que cada día podamos levantarnos con la seguridad de que Dios está a nuestro lado, y que al igual que David, podamos declarar con convicción: «Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?».