Jesús vino a sacarte de las tinieblas

Hablar de la salvación es hablar del regalo más grande que Dios le ha dado a la humanidad. Desde el principio de los tiempos el ser humano ha buscado cómo llenar el vacío en su corazón, y muchas veces lo ha intentado con cosas pasajeras. Sin embargo, la verdadera respuesta se encuentra en Jesús, quien vino al mundo a dar su vida por nosotros. Él no solo nos ofrece perdón, sino también vida en abundancia, una vida plena que trasciende lo terrenal y que nos prepara para la eternidad.

Solo hay uno que nos puede brindar la salvación, y es Jesús el cual murió por nosotros en la cruz del calvario, es aquel que nos brinda vida y vida en abundancia, la cual muchos rechazan. Esta verdad debe ser recordada cada día, ya que en medio de un mundo lleno de ofertas engañosas y caminos equivocados, Jesús se mantiene como el único camino que conduce al Padre.

Cada día debemos tener en cuenta que sin Dios estaremos siempre en tinieblas, pero si dejamos todo lo que está fuera de Dios y nos convertimos al Señor, las tinieblas se irán y estaremos en luz, porque esa luz es Cristo. Es por eso que seguirle no es una opción pasajera, sino una decisión de vida que nos cambia desde adentro hacia afuera. Cuando estamos en Cristo, no solo recibimos esperanza, sino que también aprendemos a vivir bajo la luz de Su Palabra.

Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; Juan 12:44

Jesús hablando a la multitud les decía estas palabras, que debemos creer en aquel que le había enviado. Jesús aquí está hablando de Dios su Padre, el cual dice que si creemos en Jesús también estamos creyendo en el Padre. Esta enseñanza es fundamental, pues nos muestra que la fe en Cristo no es un acto aislado, sino una comunión directa con el Dios eterno que gobierna todas las cosas.

Por eso debemos estar confiados en el Señor, y más cuando nos apartamos de las tinieblas, porque si estamos en luz, seremos mejores porque esa luz es Jesucristo. Esta confianza se manifiesta en nuestra manera de vivir, en la seguridad de que aunque enfrentemos pruebas y dificultades, tenemos a un Salvador que ilumina nuestro camino.

y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:45

El Señor les estaba dando a entender a la multitud de que el Padre estaba con Él, porque a través de Jesús Él mostraba al Padre, por sus obras poderosas delante de aquella multitud que le seguía. Esto significa que cada milagro, cada enseñanza y cada gesto de amor eran una manifestación clara de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

De la misma forma, hoy cuando miramos a Cristo en los evangelios, también vemos el reflejo de un Dios compasivo, justo y lleno de misericordia. Jesús vino a revelarnos al Padre y a mostrarnos que no estamos solos, que Dios mismo quiso habitar entre nosotros para guiarnos hacia la verdad.

Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Juan 12:46

El Padre envió a su hijo Jesús a dar libertad a los cautivos, sanar a los enfermos, a dar de comer a los hambrientos, a vestir a los desnudos, y dar una palabra de aliento a los que están afligidos de corazón, y a sacar a los que están de tinieblas a luz. Porque a esto lo envió Dios: para que todo aquel que le conociera fuera libre de toda carga. Esta misión de Cristo sigue vigente hoy en la vida de todos los que deciden abrirle la puerta de su corazón.

El mensaje de la luz es poderoso, pues nos recuerda que en un mundo lleno de oscuridad espiritual siempre hay esperanza. Cuando dejamos que Cristo alumbre nuestra vida, los temores se disipan y encontramos propósito y dirección. Esa luz no solo transforma nuestra vida personal, sino que también nos convierte en portadores de esperanza para otros.

En conclusión, la salvación no es un concepto lejano ni una idea abstracta, sino una realidad que se encuentra en Cristo Jesús. Él es la luz que vino al mundo, el que murió por nosotros en la cruz y resucitó para darnos vida eterna. Por eso, la invitación sigue siendo la misma: creer en Él, seguirle y permanecer en su luz. Si decidimos caminar con Jesús, no tendremos que permanecer en tinieblas, porque Su luz nos guiará hasta el final de nuestros días.

La salvación es del Señor
Crucificado con Cristo