Amado por mi Padre

¿Te sientes fracasado en este día? ¿Sientes que nadie te ama y que todos se alejan de ti? Pues, te tengo una buena noticia: «Eres amado por Dios», ¿sabes lo que significa eso? Eso es lo más maravilloso que puedas escuchar, ya que Dios no nos ama porque lo merezcamos, Él nos ama porque así lo ha decidido y damos gloria a nuestro Creador por ello, porque siendo personas imperfectas Él puede soportarnos.

Dios nunca ha dejado su pueblo solo y esto se demuestra a través de toda la historia en las Escrituras. Recordemos que Cristo siendo Dios se hizo hombre y vino a morir por nosotros y luego que muriera y resucitara tenía que ascender al cielo, aun así, Él siempre pensó en nosotros, en no dejarnos solos, y como galardón nos prometió enviarnos al Consolador: «El Espíritu Santo», para que nos guíe cada momento de nuestras vidas:

20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

Juan 14:20-21

En el verso 20 Jesús está hablando de la promesa del Espíritu Santo. Recordemos que es el Espíritu Santo que nos convence de pecado y a la vez nos guía al conocimiento pleno de la verdad en Cristo Jesús, y en aquel momento de Cristo partir y luego ellos recibir el Espíritu Santo, recordarían con gran plenitud todo lo que Cristo había dicho, o sea,  el velo de sus rostros sería quitado y llegarían al conocimiento espiritual, que es como pasa cono nosotros, cuando recibimos a Dios, nuestro conocimiento es transformado.

Ahora bien, también debemos saber que el que dice que ama a Dios debe guardar sus mandamientos, de lo contrario es hipócrita y no ama a Dios realmente. Una cosa es fallar, somos humanos y cualquiera puede cometer un error, pero otra muy diferente es, saber que estás en el error y nunca querer cambiar aquello por amor a Dios. Recordemos que si amamos al Padre, Él entonces nos ama a nosotros.

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Confío en Dios, no temeré
El tesoro perdido del Evangelio
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