La revelación del evangelio

Somos personas altamente privilegiadas por el hecho de haber recibido el evangelio y la gracia de Dios. Somos muy privilegiados de que este mensaje haya llegado a nuestros oídos, este maravilloso mensaje que las personas que vivieron bajo la ley no tuvieron la oportunidad de escuchar. Y es que Dios de antemano había preparado todo esto para aquellos quienes le aman.

El apóstol Pablo habla sobre esto a los corintios, una ciudad que se destacaba por buscar el conocimiento y más que tenían a un elocuente predicador llamado Apolos, del cual la Biblia nos habla que era poderoso en las Escrituras y elocuente en palabras (Hechos 18). Pero Pablo una y otra vez les hacía entender a los Corintios que no se trataba de hablar con elocuencia y mucha retórica, sino que el mensaje del cual él hablaba iba más allá del conocimiento que una ciudad como corintios buscaba.. Y es por ello que Pablo dice en cierta ocasión: «No me averguenzo del evangelio porque es poder de Dios». El evangelio es el unico mensaje en la humanidad que tiene poder por sí mismo.

Pablo escribió:

6 Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.

7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,

8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

9 Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

1 Corintios 2:6-10

El evangelio no es sabiduría humano y el apóstol destaca esto en el verso 6 cuando dice: «Hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo». El evangelio es una sabiduría que va más allá de lo que los griegos buscaban, el evangelio simplemente es poder de Dios para salvación del alma, y esto es un mensaje que los antiguos no recibieron, sin embargo, Dios ha permitido que nuestros ojos sean abiertos con la luz del evangelio y damos gloria a Dios por ello.

E apóstol también dice: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman»… ¿De qué crees que está hablando el apóstol? Solo está hablando de la revelación del evangelio. Ese mensaje que oídos no oyó lo hemos oído nosotros, porque Dios había preparado eso de antemano para los que le aman. ¡Gloria a Dios por ello!

Cuando analizamos estas palabras entendemos que el evangelio no depende de la capacidad humana, ni de la inteligencia, ni de la filosofía, sino del poder de Dios que se manifiesta a través de Cristo Jesús. Por eso Pablo insistía en que su predicación no consistía en persuasión humana, sino en la demostración del Espíritu y de poder. De esa manera, la fe de los creyentes no se apoyaba en razonamientos vacíos, sino en la firmeza de la obra divina.

El evangelio también es una gracia que nos alcanza en lo personal. Muchos de nosotros podemos testificar que antes vivíamos en tinieblas, en la ignorancia, en la esclavitud del pecado, pero cuando escuchamos este mensaje nuestras vidas cambiaron por completo. No se trató de una simple filosofía, sino de un encuentro real con el Dios vivo. Ese es el misterio revelado del cual hablaba Pablo: que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria.

Además, este pasaje nos invita a reflexionar en la grandeza de los planes de Dios. Él preparó de antemano bendiciones que los antiguos no pudieron imaginar. Mientras ellos esperaban señales, sacrificios y profetas, a nosotros se nos ha dado el privilegio de ver cumplida la promesa en Cristo. ¡Qué grande bendición que ahora podamos acercarnos confiadamente al trono de la gracia y recibir misericordia en el tiempo oportuno!

El Espíritu Santo juega un papel fundamental en esta revelación. Pablo lo recalca diciendo que solo por el Espíritu podemos comprender las cosas profundas de Dios. Esto significa que sin la obra del Espíritu no podríamos entender ni recibir el evangelio. Es Él quien abre nuestros oídos, ilumina nuestros ojos y transforma nuestro corazón para que podamos abrazar con fe el mensaje eterno.

Por eso, cada creyente debe valorar el privilegio de tener acceso a esta sabiduría. No debemos acostumbrarnos ni dar por sentado el evangelio, sino vivir agradecidos cada día. Recordemos que hay millones de personas que aún no han escuchado este mensaje, y por ello tenemos la responsabilidad de anunciarlo y compartirlo con otros, para que también puedan experimentar el poder transformador de Dios.

En conclusión, el pasaje de 1 Corintios 2:6-10 nos muestra que el evangelio no es un simple discurso, ni una filosofía humana, sino el poder eterno de Dios que fue preparado desde antes de la fundación del mundo. Somos privilegiados de haberlo recibido, y debemos vivir conscientes de esa gracia. Que cada día podamos glorificar a Dios por habernos revelado lo que ojo no vio ni oído oyó, y que seamos fieles en compartir esta sabiduría divina con todos los que nos rodean.

El Señor escucha tu clamor
Camino de gozo