Cuando somos transformados por Jesús, esto nos quiere decir que todo lo que fuimos en el pasado ya ha sido cambiado, porque tomamos una decisión y esa decisión fue la mejor: la de seguir a Cristo. El encuentro con Él marca un antes y un después en la vida del creyente, pues ya no vivimos para nosotros mismos, sino que Cristo pasa a ser el centro de todo. La transformación que Jesús produce es radical y real, porque viene acompañada de una nueva mente, un nuevo corazón y un nuevo propósito de vida.
La transformación es aquella que recibimos cuando decidimos abrir nuestro corazón para que Dios entre y haga lo que Él quiera en nosotros. Este cambio nos permite olvidar todo lo que una vez practicamos, todo lo que fuimos, todas esas ataduras que nos mantenían lejos de Dios. Pero el Señor llegó, nos limpió con su sangre preciosa y nos hizo nuevas criaturas. La Palabra nos recuerda que “si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Corintios 5:17). Esa es la esencia de ser transformados: dejar atrás lo viejo para abrazar lo nuevo que Dios nos da.
y se transfiguró delante de ellos,
y resplandeció su rostro como el sol,
y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Mateo 17:2
La transfiguración de Jesús fue sorprendente, así como nos dice el verso 2 del capítulo 17 del libro de Mateo, donde Jesús resplandeció como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Este acontecimiento fue maravilloso y dejó a los discípulos sin palabras. En ese instante Dios mostró un destello de la gloria de su Hijo, y de la misma forma, cuando Cristo entra en nuestra vida, su luz resplandece en nosotros y nos convierte en testigos vivos de su poder transformador.
Todos los que estaban allí presenciando ese gran milagro quedaron completamente asombrados, y es que nadie podía negar lo que había sucedido. Lo mismo pasa con la transformación espiritual: quienes nos rodean pueden notar el cambio, porque ya no hablamos igual, ya no pensamos igual, y nuestras acciones reflejan la obra de Dios en nosotros. La verdadera transformación no se oculta, sino que se evidencia en nuestra manera de vivir.
Y no solo el libro de Mateo habla de transformación, a lo largo de toda la Biblia podemos encontrar muchos personajes que fueron cambiados por el poder de Dios: Moisés resplandecía después de hablar con el Señor, Jacob pasó de ser engañador a ser Israel, el apóstol Pablo pasó de ser perseguidor de la iglesia a uno de los predicadores más fervientes del evangelio. Cada uno de ellos es un ejemplo de que cuando Dios interviene en la vida de una persona, nada vuelve a ser igual.
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor.
2 Corintios 3:18
Aquí podemos ver la expresión del escritor de la segunda carta a los Corintios, aclarando que cuando contemplamos al Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen. Esta transformación no es algo superficial ni momentáneo, sino un proceso continuo en el cual el Espíritu Santo va moldeando nuestro carácter para parecernos cada día más a Cristo. No se trata solo de dejar de hacer lo malo, sino de crecer en santidad y reflejar la gloria de Dios en nuestra vida diaria.
Cuando venimos delante de Dios, debemos pedirle que todo nuestro ser sea cambiado y que su gracia descienda sobre nosotros conforme a su voluntad. El cambio no depende de nuestras fuerzas, sino de permitir que Él obre en lo más profundo de nuestro corazón. Si creemos, todo será posible, porque Dios nos llamó a vivir en santidad y a ser testigos de su poder. Una vida transformada no solo glorifica a Dios, sino que también se convierte en testimonio para los demás, llevándolos a desear esa misma gracia que nosotros hemos recibido.
Querido lector, Cristo sigue transformando vidas hoy. No importa lo que hayas sido ni lo que hayas hecho, cuando decides abrirle tu corazón, Él te convierte en una nueva criatura. Pide al Señor que te cambie, que renueve tu mente, y que haga de ti un instrumento para su gloria. De esa manera, podrás llevar a otros el mensaje del evangelio y mostrar con tu vida que Jesús realmente transforma de adentro hacia afuera.