Buscar al Señor de alma y corazón

No cabe duda el pensar que Dios amó al pueblo de Israel con un grande amor, pero la Biblia también nos enseña que este pueblo amado por Dios, se fue muchas veces tras los ídolos y endureció su corazón hacia la voz de Dios, aun viendo todas las maravillas que Dios hizo por ellos ante Egipto. Pero otra cosa que debemos tomar muy en cuenta es que Dios siempre se mantuvo corrigiéndoles, exhortándoles para que anden por el buen camino, y de la misma forma Dios nos llama para que andemos en su voluntad.

El pueblo de Israel fue testigo de prodigios que ninguna otra nación había visto: las plagas que cayeron sobre Egipto, la apertura del Mar Rojo, el maná descendiendo del cielo y el agua brotando de la roca en medio del desierto. A pesar de todo eso, sus corazones muchas veces se inclinaron hacia la idolatría, olvidando al Dios que les había salvado. Sin embargo, la fidelidad de Dios se mostró una y otra vez, recordándoles que Él era su Padre amoroso y su Redentor.

Antes del pueblo de Israel obtener la promesa de la tierra que fluía leche y miel, Dios dijo a su pueblo:

28 Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.

29 Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.

Deuteronomio 4:28-29

Este pasaje nos muestra una gran verdad: aun cuando el pueblo cayera en pecado y se desviara de la senda correcta, Dios estaba dispuesto a perdonarles si ellos se arrepentían y le buscaban con sinceridad. Esa es la esencia de la misericordia divina: un amor que no se agota, un perdón que está disponible para todo aquel que se humilla y regresa al Señor.

Algo clave que no podemos olvidar en la vida cristiana es que la misericordia de Dios es ilimitada para con su pueblo. Siempre tenemos un momento para retroceder de nuestros errores y Dios nos espera con las manos abiertas para que acudamos a sus misericordias. La Escritura está llena de ejemplos de hombres y mujeres que, habiendo caído, fueron restaurados por el poder de Dios: David después de su pecado, Pedro luego de haber negado a Jesús, y el mismo pueblo de Israel en múltiples ocasiones.

El Señor siempre instaba al pueblo de Israel a que lo buscase de todo su corazón y de la misma manera nos insta a nosotros a que le busquemos con toda nuestra alma, mente y corazón. Jesús lo resumió en el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Este llamado sigue vigente para nosotros hoy, y es la clave para una vida plena en Cristo.

El mundo de hoy nos ofrece también “ídolos modernos”: el materialismo, el orgullo, la vanagloria, el poder y el placer desmedido. Aunque no levantemos imágenes de piedra o de madera, muchas veces rendimos culto a cosas pasajeras que roban el lugar que solo le pertenece a Dios. Por eso, este mensaje de Deuteronomio sigue siendo tan actual como hace miles de años: debemos volvernos al Señor y buscarle de todo corazón.

Cuando decidimos buscar a Dios de esa manera, encontramos paz en medio de las tormentas, dirección en medio de la confusión y esperanza en medio del dolor. Él promete hacerse presente cuando clamamos con sinceridad. Y aunque a veces pensemos que nos hemos alejado demasiado, la Biblia nos recuerda que su misericordia es nueva cada mañana (Lamentaciones 3:22-23).

Querido lector, busquemos a Dios cada momento de nuestras vidas y de esta manera viviremos una vida plenamente cristiana. No dejemos para mañana lo que debemos hacer hoy. La oportunidad de volver a Dios está siempre abierta, y su amor nunca falla. Si Israel, a pesar de sus caídas, pudo hallar gracia delante del Señor, también nosotros podemos hallar perdón y restauración cuando nos volvemos a Él con un corazón sincero.

Que esta enseñanza nos inspire a vivir en comunión constante con nuestro Dios, apartándonos de toda idolatría moderna y rindiendo nuestra vida entera a Aquel que nos amó primero. Porque si lo buscamos con todo nuestro corazón, ciertamente lo encontraremos.

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