Muchas veces pensamos que Dios no escucha nuestras oraciones, y esto sucede porque sentimos que oramos y oramos sin ver materializado lo que pedimos. Sin embargo, debemos recordar algo muy importante: Dios no actúa como nosotros actuamos. Sus pensamientos son más altos que los nuestros y su manera de obrar siempre es perfecta. Aunque a veces no entendamos su silencio, ese silencio nunca significa ausencia. Nuestro Señor conoce el tiempo justo y perfecto para responder, porque su voluntad es buena, agradable y perfecta. Nosotros tendemos a desesperarnos, pero muchas veces en medio de esa desesperación estamos a un paso de lo prometido. Si piensas que Dios no responde tus oraciones, quiero que sepas que eso no es así: Dios siempre escucha a sus hijos.
El salmista escribió:
17 Claman los justos, y Jehová oye,
Y los libra de todas sus angustias.18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu.19 Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas le librará Jehová.Salmos 34:17-19
En estos versículos encontramos una de las promesas más consoladoras de la Biblia. Dios no ignora nuestras súplicas, al contrario, Él está atento a cada clamor de sus hijos. El problema no es que Dios no escuche, sino que muchas veces no confiamos en su respuesta o queremos que Él actúe de inmediato. Sin embargo, el Señor obra con sabiduría infinita, y cada respuesta viene en el momento más oportuno. El hecho de que Él diga “espera” no significa que no vaya a responder, significa que está preparando algo mejor de lo que nosotros podemos imaginar.
Todo hombre que clamó a Dios en las Escrituras fue escuchado y atendido por Él. Pensemos en Moisés frente al mar Rojo, en Elías en el monte Carmelo, en Ana cuando pedía un hijo, o en Daniel en el foso de los leones. Todos ellos enfrentaban situaciones imposibles, pero todos recibieron respuesta porque confiaron en Dios. De la misma manera, nosotros debemos aprender a creer en Él, aunque todo parezca perdido, aunque no veamos salida. Dios escucha al justo y obra con poder para librar de las angustias.
Un ejemplo poderoso lo vemos en la historia de los tres jóvenes hebreos lanzados al horno de fuego por negarse a adorar la estatua de oro levantada por Nabucodonosor. A ellos no les importaba nada más que honrar a Dios, aunque eso les costara la vida. Declararon con valentía que, aun si Dios no los libraba, no se inclinarían ante el ídolo. Para el Señor, librarlos de las llamas era insignificante, y lo hizo de una manera gloriosa: caminó con ellos en medio del fuego. Este relato nos recuerda que Dios no siempre evita que pasemos por pruebas, pero sí nos asegura su presencia en medio de ellas.
¿Estás quebrantado? Entonces debes entender que Dios está cerca de ti. La Escritura afirma que Él está con los quebrantados de corazón y que salva a los contritos de espíritu. Eso significa que tu dolor no pasa desapercibido delante de Él. Aun cuando las lágrimas parecen ser tu alimento de día y de noche, el Señor te sostiene con su amor eterno. Y aunque las aflicciones del justo son muchas, de todas ellas lo librará Jehová. No hay carga demasiado pesada ni circunstancia demasiado oscura que Dios no pueda transformar.
Debemos comprender también que Jesús nos ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esa promesa nos da la seguridad de que no estamos solos en nuestro caminar. Él guarda a sus ovejas y ninguna de ellas perecerá en sus manos. Si Él es nuestro buen pastor, podemos confiar en que su voz nos guiará, sus brazos nos sostendrán y su gracia nos cubrirá. No importa cuántas veces el enemigo intente desanimarnos, el Señor es fiel y jamás dejará desamparados a los que confían en Él.
Por eso, querido lector, no te desanimes si parece que tu oración tarda en ser contestada. Persevera, sigue clamando, sigue confiando. Recuerda que los justos claman y Jehová oye. Él no falla, Él no se retrasa, Él nunca abandona. Quizás la respuesta que tanto esperas está más cerca de lo que imaginas. Permanece en fe, porque tu Dios escucha y en su tiempo perfecto te responderá con poder y misericordia.