No te detengas

A veces nos encontramos en situaciones donde queremos dejarlo todo y abandonar hasta lo más preciado, porque las pruebas parecen sobrepasarnos y la carga es demasiado pesada. Sin embargo, en medio de ese valle oscuro también tenemos a alguien a nuestro lado que nos susurra al corazón: «No te detengas, avanza, sigue hacia adelante porque yo estoy contigo». Ese alguien es nuestro Dios, quien nunca abandona a los suyos y siempre nos anima a perseverar.

Bueno es alabarte, oh Jehová,
Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

Salmos 92:1

El primer versículo del salmo 92 nos presenta a un David lleno de gratitud, comenzando a glorificar a Dios por su bondad. Él canta con todo su corazón, reconociendo lo bueno que es exaltar al Señor en todo momento. Para David, alabar no era un acto ocasional, sino un estilo de vida. Su corazón encontraba descanso en el canto y fortaleza en la adoración. Este versículo nos enseña que la alabanza debe ser nuestra primera respuesta en la vida cristiana, tanto en tiempos de calma como en momentos de aflicción.

Cuando leemos los Salmos, descubrimos a un David que constantemente glorifica a Dios. No lo hacía porque su vida fuera fácil, sino porque conocía profundamente al Dios que le sostenía. En cada capítulo, en cada poema, David derramaba su corazón, reconociendo que su dependencia estaba en el Señor. Sabía que humillarse delante de Dios no era una muestra de debilidad, sino de confianza en el único que podía sostenerle. Y Dios nunca lo dejó solo, aun cuando enfrentaba enemigos, traiciones y noches de angustia.

Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
Seré ungido con aceite fresco.

Salmos 92:10

Aquí David expresa una verdad que debe inspirarnos cada día: en medio de la debilidad, Dios aumenta nuestras fuerzas. La figura del búfalo representa poder, resistencia y capacidad para soportar cargas pesadas. Esa es la fuerza que el Señor promete a quienes confían en Él. Además, habla de ser ungido con aceite fresco, lo que simboliza la renovación del Espíritu Santo en nuestras vidas. No se trata de una fuerza pasajera, sino de un poder renovado continuamente por la gracia divina.

Este ejemplo de David debe ser una guía para nosotros. Cuando estemos en aflicción, debemos hacer lo mismo: postrarnos delante de Dios, pedirle fuerzas nuevas y buscar ser ungidos con ese aceite fresco que viene del cielo. En lugar de rendirnos, debemos mirar hacia arriba, hacia nuestro Padre, sabiendo que de Él viene el socorro. Las pruebas no deben detenernos, sino impulsarnos a depender más del Señor, que nunca abandona a los suyos.

Por más pruebas que estemos enfrentando, levantemos la frente en alto y fijemos nuestra mirada en el Todopoderoso. Él nos librará, nos fortalecerá y nos ayudará en cada paso del camino. Su luz iluminará nuestros senderos, y las tinieblas, por más densas que parezcan, serán disipadas por el resplandor de su gloria. Así como David encontró refugio en Dios, también nosotros podemos hallar paz en medio de la tormenta.

Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;
Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

Salmos 92:11

Este versículo nos recuerda que la victoria final pertenece al Señor. Los enemigos pueden levantarse, las voces malignas pueden alzarse contra nosotros, pero Dios es quien tiene la última palabra. Él será nuestro sustento y nuestra fortaleza. Cuando necesitemos fuerzas, Él las enviará; cuando estemos rodeados, Él abrirá camino; cuando el temor quiera gobernar, su paz guardará nuestro corazón.

Querido lector, no te detengas. Si estás atravesando un momento de prueba, toma ejemplo de David: alaba a Dios, confía en que Él aumentará tus fuerzas como las del búfalo y que te ungirá con aceite fresco. La alabanza en medio de la dificultad no solo honra a Dios, sino que también renueva nuestro espíritu y nos recuerda que no luchamos solos. Avanza con fe, porque el Señor está contigo y te sostendrá hasta el final.

Ovejas del Señor
El Señor me ha premiado conforme a mi justicia