Salvos por medio de la fe

Uno de los grandes temas debatidos en nuestra fe cristiana es la salvación. La iglesia ha discutido sobre esto desde siglos atrás, ya que se han mantenido dos posiciones que han afectado a muchos: una es la salvación por obras, y otra es la salvación por la fe o por gracia. Gracias damos a Dios porque la Biblia nos habla al respecto y es por eso que las Sagradas Escrituras deben ser nuestro principal foco y nuestro único punto de referencia para saber qué es lo correcto.

El apóstol Pablo dijo:

8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

9 no por obras, para que nadie se gloríe.

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Efesios 2:8-10

El versículo 8 es de suma importancia para comprender la salvación mediante la fe. Lo primero que debemos notar es que somos salvos por gracia a través de la fe. Esto significa que no es por nuestras fuerzas, ni por nuestras buenas acciones, ni por el cumplimiento de la ley, sino por el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. En Él somos justificados, nuestras deudas son pagadas y nos convertimos en nuevas criaturas. Nosotros no hemos hecho nada más que ser pecadores necesitados; todo el mérito se lo lleva Cristo en la cruz. Su triunfo y su resurrección son el eje central de toda la historia del cristianismo y de la salvación en Dios.

La parte final del versículo ocho nos recuerda algo de suma importancia: «Y esto no de vosotros, pues es don de Dios». La palabra “don” significa regalo, y un regalo no es algo que merecemos por nuestras propias obras, sino algo que se nos concede por amor. La Biblia siempre presenta la salvación como un regalo divino, como un acto de gracia infinita. No se trata de algo que nosotros hayamos ganado ni de una recompensa por nuestras acciones, sino de una muestra de la inmensa misericordia de Dios.

Pablo continúa enfatizando esta verdad: “no por obras, para que nadie se gloríe”. Es decir, ninguna persona puede presentarse delante de Dios diciendo que su salvación depende de sus méritos, porque de ser así, la gloria no sería de Cristo sino del hombre. Y sabemos que Dios no comparte su gloria con nadie. Por eso mismo, la salvación es un regalo gratuito, recibido por medio de la fe en Cristo Jesús.

Esto coincide con lo que dice el profeta Jeremías:

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.

24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová.

Jeremías 9:23-24

Todo lo que somos y lo que tenemos es por la misericordia de Dios, y esto incluye nuestra salvación. No podemos gloriarnos en nuestros talentos, riquezas o fuerzas, sino únicamente en conocer y entender al Señor. Es Él quien nos salva, quien nos llama y quien sostiene nuestra vida.

Finalmente, Efesios 2:10 nos enseña que no solo hemos sido salvados por gracia, sino que también hemos sido creados “para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Esto significa que la salvación no nos lleva a la ociosidad espiritual, sino a una vida de servicio y obediencia. Las buenas obras no son la causa de nuestra salvación, pero sí son la consecuencia de haber sido transformados por Cristo. El cristiano que ha sido redimido dará frutos que glorifiquen al Señor.

Queridos hermanos, no desmayemos en vivir para Cristo. Recordemos que nuestra salvación es un regalo que debemos cuidar con temor y temblor, confiando siempre en la gracia del Señor. Caminemos mostrando a Cristo a través de nuestras vidas, sabiendo que nuestra esperanza no está en nosotros mismos, sino en el sacrificio perfecto de nuestro Salvador. A Él sea toda la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores
Haced todo para el Señor, no para los hombres