Dios, ¿Quién es Dios? Muchas personas solo han oído este nombre y unas que otras obras mencionadas en la Biblia, sin embargo, ¿conocemos realmente quién es Dios? La Biblia nos habla de un Dios que es absoluto, dueño, Rey y creador de todas las cosas, omnipotente, quien todo lo sabe y si nos vamos un poco más lejos nos damos cuenta que de Dios dependen totalmente nuestras vidas.
Dice la Biblia:
7 Jehová empobrece, y él enriquece;
Abate, y enaltece.8 El levanta del polvo al pobre,
Y del muladar exalta al menesteroso,
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
Y él afirmó sobre ellas el mundo.9 El guarda los pies de sus santos,
Mas los impíos perecen en tinieblas;
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.1 Samuel 2:7-9
En estos versos podemos ver parte de las cosas que nuestro Dios puede hacer. En primer lugar, Jehová puede hacernos prosperar, y de esa manera hizo con muchos reyes en el antiguo testamento, pero el mejor ejemplo lo vemos con Job, ya que este fue enriquecido grandemente, pero no debemos tener el pensamiento de que Dios quiere que todos seamos ricos o que el cristiano no puede ser pobre, porque vemos a nuestros querido apóstoles padeciendo grandes necesidades y esto no quiere decir que ellos estaban en pecado.
Por otro lado, la Biblia también nos muestra a un Dios que empobrece y abate y esto también es necesario, ya que hay quienes se sienten muy arriba y Dios tiene que tumbarlos de esa nube para que de esta manera entiendan que el único merecedor de gloria se llamada Dios.
Lo cierto es que Dios hace como Él quiera, y que Dios nos mantiene firmes sin importar las circunstancias, ya que Él es el fundador de toda la existencia y no hay nada imposible para Él.
Cuando pensamos en quién es Dios, debemos recordar que no hablamos de una simple fuerza o de un mito inventado por los hombres, sino del Ser Supremo, eterno e inmutable. Él no tiene principio ni fin, y todo lo que existe se sostiene por su poder. El profeta Isaías nos recuerda que Dios es el que habita la eternidad, y que toda la creación es obra de sus manos. Esto significa que no dependemos de la casualidad ni del destino, sino de un Dios personal que dirige la historia y que se interesa por cada uno de nosotros.
Además, la Palabra nos muestra que Dios es justo y santo. Él bendice al obediente y al humilde, pero también disciplina al orgulloso y al rebelde. Su justicia es perfecta y no puede ser sobornada. A través de la Biblia encontramos ejemplos como Nabucodonosor, quien en su arrogancia fue humillado hasta reconocer que solo Dios es soberano sobre todos los reinos de la tierra. De igual manera, podemos ver cómo David, a pesar de ser rey, siempre reconocía que su fuerza y sus victorias provenían de Jehová.
Otro aspecto esencial es que Dios es amor. Aunque puede permitir pruebas y dificultades, también nos muestra su misericordia levantando al caído, sanando al enfermo y restaurando al quebrantado. El mismo pasaje que habla de su poder para empobrecer también resalta su bondad al exaltar al humilde y darle un lugar de honra. Esto nos enseña que el carácter de Dios no es solo poder y justicia, sino también compasión y ternura hacia quienes confían en Él.
Conocer a Dios no se trata únicamente de escuchar sobre Él, sino de tener una relación personal con su presencia. La oración, la lectura de la Biblia y la obediencia a sus mandamientos nos acercan a comprender mejor quién es nuestro Creador. Cada experiencia de fe nos va mostrando su grandeza y su fidelidad, y al mismo tiempo nos ayuda a depender menos de nuestras propias fuerzas y más de su gracia infinita.
En conclusión, Dios es absoluto, soberano y dueño de todo. Él enriquece y empobrece, exalta y humilla, según su voluntad perfecta. No podemos limitar a Dios a una sola característica, porque su esencia es demasiado amplia para la mente humana. Lo que sí sabemos con certeza es que Él es digno de toda la gloria, y que aquellos que confían en Él jamás serán avergonzados. Reconocer quién es Dios nos lleva a rendirle nuestra vida por completo, porque todo lo que somos y tenemos proviene de Él.