El perverso de corazón nunca hallará el bien

La vida del ser humano está llena de decisiones, algunas correctas y otras equivocadas, pero la diferencia entre una y otra radica en si caminamos conforme a la voluntad de Dios o si dejamos que nuestro corazón nos lleve por caminos de maldad. Muchas veces vemos en la sociedad cómo el pecado se manifiesta en diversas formas: violencia, injusticias, corrupción, odio, mentiras, falta de respeto y desobediencia a los principios establecidos por Dios. Sin embargo, aunque el mundo se llene de maldad, siempre habrá una puerta abierta hacia el arrepentimiento y la misericordia divina.

Muchas personas cometen delitos, pecados y no tienen misericordia de los demás. Dios no tiene misericordia de tales personas, aunque Él les da la oportunidad de arrepentirse para alcanzar misericordia.

El perverso de corazón nunca hallará el bien,
Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.

Proverbios 17:20

La Palabra de Dios es clara al advertirnos que aquel que se deja guiar por un corazón perverso nunca alcanzará el bien. Esto nos recuerda la importancia de mantenernos en oración y en vigilancia, porque un corazón contaminado llevará inevitablemente a palabras y acciones dañinas. La lengua es un reflejo de lo que hay en nuestro interior, y si el interior está lleno de maldad, lo que saldrá será maldad. Por eso, el sabio Salomón nos invita a cuidar lo que decimos, a medir nuestras palabras y a utilizarlas para edificar, nunca para destruir.

Sabemos que el miembro más peligroso de nuestro cuerpo es la lengua, la cual destruye, pone peligro donde quiera que llega, pero nosotros que sabemos hablar cosas buenas debemos enseñar a los demás a hablar cosas buenas, que con nuestra boca pronunciemos las bendiciones del Señor, que cuando hablemos, las demás personas sean edificadas y restauradas.

Cada palabra que sale de nuestra boca tiene poder. Puede levantar a alguien que está caído o terminar de hundirlo en la desesperanza. Por eso, como hijos de Dios, estamos llamados a ser ejemplo en la manera en que nos expresamos. Nuestras palabras deben estar llenas de gracia, paciencia, amor y sabiduría, de modo que quienes nos escuchen puedan recibir ánimo, corrección en amor y esperanza en Cristo. La lengua debe ser un instrumento de bendición y no un arma de destrucción.

El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra;
Y el padre del necio no se alegrará.

Proverbios 17:21

El texto bíblico también nos enseña que la insensatez trae dolor a quienes están a nuestro alrededor. Cuando criamos a nuestros hijos y no les enseñamos lo bueno, entonces ellos harán cosas fuera de la gracia del Señor, y esto pasará debido a que sus padres no se preocuparon en darles las buenas costumbres, sino que se preocupaban por cosas no eran más importantes que prestarles atención a sus hijos, y esto trae como consecuencia que los hijos maten, roben, y hagan cuantas cosas les llegue a la mente.

La formación de los hijos es una tarea de gran responsabilidad. Los padres que instruyen con amor, disciplina y ejemplo, estarán sembrando semillas de justicia que darán frutos de bendición en el futuro. En cambio, cuando se descuida la crianza y se deja que los hijos hagan lo que quieran, sin corrección ni enseñanza, el resultado será tristeza, desobediencia y dolor. La Biblia nos exhorta a instruir al niño en su camino, para que aun cuando fuere viejo no se aparte de él.

El corazón alegre constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.

Proverbios 17:22

Reconozcamos que todo aquello que enseñemos para bien a nuestros hijos, será luego el fruto que veremos en ellos, mas el que no enseña lo bueno siempre estará envuelto en tristeza.

La alegría en el corazón no solo bendice a quien la experimenta, sino también a quienes lo rodean. Un corazón alegre es capaz de traer esperanza, de sanar heridas emocionales y de brindar paz en medio de las tormentas. Por el contrario, un espíritu lleno de tristeza y desesperanza se convierte en una carga difícil de sobrellevar. Aquí encontramos la importancia de cultivar la fe, de mantener nuestra esperanza en Dios y de enseñar a los nuestros a confiar en el Señor en todo momento. El gozo del Señor es nuestra fortaleza, y en Él hallamos el remedio perfecto para nuestras almas.

En conclusión, el libro de Proverbios nos deja enseñanzas profundas sobre la importancia de la lengua, la crianza y el estado del corazón. Cuidemos nuestras palabras, instruyamos a nuestros hijos en el camino del Señor y mantengamos un corazón alegre, porque de estas cosas depende gran parte de nuestra vida espiritual y de nuestra relación con los demás. Dios siempre nos da la oportunidad de corregir lo que hacemos mal y de buscar su misericordia. Aprovechemos esa oportunidad, porque el tiempo de gracia aún está abierto, y si acudimos a Él con humildad, seremos renovados en su amor y misericordia eterna.

Plegaria pidiendo ayuda en la aflicción
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