Hijo mío, no te olvides de mi ley

Es importante que recordemos no olvidarnos de la ley del Señor. Cada día debemos respetar las leyes del Dios Todopoderoso, porque al cumplir con sus mandamientos estamos andando en el camino de la vida. La Palabra de Dios no es una carga, sino una guía que nos lleva a experimentar la verdadera paz. Cuando cumplimos su ley, en todo nos irá bien. Moisés lo recordó al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida: “Pon, pues, en tu corazón estas palabras que yo te mando hoy” (Deuteronomio 6:6). Lo mismo debemos hacer nosotros, grabar en nuestro interior la Palabra de Dios.

Hijo mío, no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis mandamientos;

Proverbios 3:1

El escritor de Proverbios comienza con un llamado paternal: “Hijo mío”. Esta expresión refleja ternura, cuidado y amor. Dios nos habla como un Padre que desea lo mejor para sus hijos. Nos dice que no olvidemos su ley y que nuestro corazón guarde sus mandamientos. No se trata de una obediencia mecánica, sino de un compromiso profundo. Guardar los mandamientos en el corazón significa vivirlos, amarlos y ponerlos en práctica con sinceridad. La obediencia verdadera no nace de la obligación, sino de un corazón agradecido por la gracia recibida.

Además, no basta con conocer la ley de memoria. Es necesario vivirla en integridad. Podemos citar versículos y conocer doctrinas, pero si nuestra vida no refleja obediencia, estamos engañándonos a nosotros mismos. El Señor quiere que su Palabra transforme nuestras acciones y nuestro carácter. Y más aún, que podamos enseñar a otros que las leyes del Señor son importantes en nuestras vidas. Así cumplimos la instrucción de Deuteronomio 6:7: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”.

Porque largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.

Proverbios 3:2

Aquí encontramos la promesa para quienes caminan bajo las leyes del Señor: largas vidas y paz abundante. Esto no significa que nunca tendremos dificultades, sino que la bendición de Dios acompañará nuestros días. El Señor prolonga nuestra vida con propósito y nos da paz aun en medio de las tormentas. Esa paz no es como la que el mundo ofrece, sino la paz verdadera que viene de confiar en Él. Filipenses 4:7 lo dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Átalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;

Proverbios 3:3

La misericordia y la verdad son atributos inseparables del carácter de Dios, y también deben caracterizar la vida del creyente. El Señor nos manda a atarlas a nuestro cuello y escribirlas en la tabla de nuestro corazón. Esto simboliza que deben estar siempre visibles en nuestra conducta y profundamente arraigadas en nuestro ser. Vivir con misericordia significa actuar con compasión hacia los demás, reflejando la gracia que Dios nos ha mostrado. Vivir con verdad significa ser íntegros, transparentes y fieles en todo lo que hacemos. Cuando estas virtudes nos acompañan, somos un reflejo del carácter de Cristo.

Por el contrario, si desobedecemos la ley del Señor, la misericordia no nos acompañará. No porque Dios deje de ser misericordioso, sino porque nosotros mismos nos apartamos de su gracia al vivir en infidelidad. La Palabra nos advierte que nuestras decisiones tienen consecuencias. Pero también nos invita a volvernos a Él, porque “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Su misericordia está disponible, pero debemos guardar su ley con un corazón sincero.

Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.

Proverbios 3:4

Este es el resultado de vivir conforme a la Palabra: hallaremos gracia delante de Dios y buena opinión ante los hombres. No significa que todos nos aplaudirán, pero sí que nuestra vida será un testimonio de rectitud y fidelidad. Recordemos a Daniel, quien halló gracia delante de Dios y de los hombres aun estando en tierra de cautiverio. Su obediencia le abrió puertas y le dio influencia en un reino extranjero. De igual manera, si permanecemos en la ley del Señor, Él nos dará favor en el lugar donde nos encontremos.

Dios conoce los corazones y sabe que es fácil apartarse de su ley. Por eso nos advierte, para que recordemos siempre que permanecer en su Palabra trae bendición. Su misericordia nos acompañará todo el tiempo, su paz aumentará cada día, y hallaremos gracia delante de Él. No olvidemos su ley, atémosla a nuestro cuello, guardémosla en nuestro corazón y enseñémosla con nuestra vida. Solo así caminaremos en integridad y disfrutaremos de la verdadera bendición que proviene del Señor.

El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad
Jehová escudriña la mente