El infinito entendimiento de Dios

Bendito sea el Señor por su infinito entendimiento, y por su misericordia que cada día nos persigue de manera especial, el Dios fuerte y maravilloso que siempre ha defendido a su pueblo Israel de todos sus adversarios.

Cuando observamos la historia bíblica, encontramos que Dios nunca ha dejado a los suyos desamparados. En los momentos de mayor dificultad siempre extendió su brazo poderoso para rescatarlos y levantar su nombre en alto. Ese mismo Dios que obró en el pasado sigue obrando en nuestro presente y continuará manifestando su gloria en el futuro. Por eso podemos decir con confianza que su misericordia se renueva cada mañana y nos alcanza sin importar la situación que enfrentemos.

Su poder es tan grande que nos ayuda en todo momento de debilidad y nos hace sentir seguros, más que eso Dios nos da las fuerzas para seguir avanzando, el valle de sombra no nos detendrá ni la oscuridad nos dará temor porque Él estará siempre con nosotros.

En medio de las pruebas y las dificultades que parecen interminables, el Señor se convierte en nuestro refugio seguro. Aun cuando el panorama parece sombrío, Él nos recuerda que no caminamos solos. La confianza en su presencia nos da valentía y esperanza para enfrentar cualquier desafío, porque aquel que sostiene el universo con su palabra también sostiene nuestra vida con fidelidad.

Jehová edifica a Jerusalén;
A los desterrados de Israel recogerá.

Salmos 147:2

Es bueno decir que Dios siempre estaba al frente de su pueblo y no obstante a eso le restauraba y le daba la victoria cuando iban a la guerra, pero algo que tenía el Señor, era que cuando el pueblo desobedecía el mandato de Dios inmediatamente venían las consecuencias de sus desobediencias.

Esta enseñanza nos invita a reflexionar sobre la importancia de la obediencia. El mismo Dios que edifica también corrige, porque un Padre amoroso no permite que sus hijos continúen en caminos de maldad sin advertencia. La corrección divina no es señal de rechazo, sino de amor, porque su propósito es conducirnos a la restauración y a una vida en santidad.

Recordemos que, aunque Dios es misericordioso, pero el pueblo a veces pensaban que podían jugar con Dios, más adelante venía el juicio de Dios y consumía a los desobedientes.

Hoy en día sucede lo mismo: muchos creen que pueden vivir alejados de Dios sin consecuencias, pero tarde o temprano su justicia se manifiesta. Sin embargo, el Señor siempre da oportunidad al arrepentimiento, ofreciendo su perdón y levantando al que con humildad se vuelve a Él.

El sana a los quebrantados de corazón,
Y venda sus heridas.

Salmos 147:3

El Dios soberano, majestuoso, misericordioso, temible, compasivo, bueno, admirable, bondadoso, nos ayuda cada día, nos sustenta cada día. Es un Dios que sana nuestras heridas y que no hace acepción de personas.

No importa qué persona tenga dolor Dios lo sane, él le restaura y le provee de alimentos para sus necesidades un Dios compasivo y misericordioso siempre está dispuesto a ayudarnos no importando lo que nosotros le vallamos a dar a él.

Esta es una verdad que llena de esperanza al creyente: Dios no se limita a mirar desde lejos, sino que se acerca a nuestro dolor, escucha nuestro clamor y obra con poder. Cada herida emocional, cada lágrima, cada vacío del alma puede ser sanado por su gracia. Por eso muchos testimonian cómo, en los momentos más oscuros, el Señor fue su consuelo y su sostén.

Él cuenta el número de las estrellas;
A todas ellas llama por sus nombres.

Salmos 147:4

Un Dios grande y maravilloso que cuenta el número de las estrellas y que llama a todas ellas por sus nombres. Este es el Dios creador de todo lo que existe y que aún están bajo su mirada y en sus manos.

Pensar que Dios conoce cada estrella por su nombre nos recuerda que también conoce cada detalle de nuestras vidas. No hay nada oculto para Él, ni una preocupación tan pequeña que escape de su cuidado. El mismo que gobierna los cielos se interesa en nosotros de manera personal y nos invita a confiar plenamente en su cuidado.

Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito.

Salmos 147:5

El salmista David habla tan seguro del poderío de Dios, pero esto era porque él veía todos los milagros que el hacía, David contemplaba la grandeza del Señor y pronunciaba sus hechos, él se regocijaba de la hermosura y lo creado por sus manos.

Es bueno que cada día reconozcamos la grandeza de Dios y que podamos dar gloria y honor a aquel que lo hizo todo, Dios fuerte y grande, que nos cubre con gran poder y con sus manos nos libra de todo mal de nuestro adversario. Dios nos fortalece y restaura todo nuestro ser.

Así como David levantaba cánticos de alabanza, nosotros también debemos proclamar sus maravillas. El corazón agradecido abre camino para la fe, y la fe nos conduce a experimentar más de su presencia. Que cada respiración y cada día de vida sean una oportunidad para honrar al Creador, reconociendo que sin Él nada somos y que en Él lo tenemos todo.

Conclusión: Dios es grande en poder y rico en misericordia. Él restaura, levanta, sana y sostiene a su pueblo. Sus caminos son perfectos y su entendimiento es infinito. Vivamos cada día recordando que, así como Él conoce el número de las estrellas, también conoce nuestro corazón y lo llena de su amor eterno.

No temas, porque yo estoy contigo
Dios, el más grande